¡¡Decídete ya!!

La frase es de Galileo Galilei: «El universo, un libro abierto, hay que saber leerlo»... Siendo verdad que cuando extendemos la vista hacia arriba, al inmenso arco celeste, estamos pensando en el sentido de todo, y en lo difícil que es discernir la respuesta a tantas preguntas que nos vienen a la mente.

Mis anteriores propuestas de pensamientos, en esta columna «Planeta Tierra», de meditaciones en la Nochebuena y la Nochevieja, iban en esa dirección: abrir una senda para avanzar, con mayor conocimiento, a los fines en apariencia inescrutables y que más nos importan.

En ese sentido, en cualquier momento de la vida hay que estar preparados para lo que pueda surgir, de forma inusitada, en la instancia que menos te esperabas. Pero en relación casi siempre con lo que ha sido tu propia existencia, sin que te dieras cuenta de qué se trataba realmente en cada caso.

En tiempos más antiguos, de mecánicas menos veloces, se oían frases como la de «este tren sólo va a pasar delante de ti una vez, y si no lo tomas ahora, tal vez pierdas tu mayor oportunidad». Por eso, oyendo al espíritu que entraña las difíciles decisiones, no te dejes enmarañar con las rutinas cotidianas, ni con los vericuetos del trabajo repetitivo; lo importante es escuchar la onda que te anuncia, en el silencio, una mutación inesperada que lo cambiará todo.

Es muy difícil, desde luego, saber cuándo va a sonar ese instante decisivo, rompedor de cualquier tendencia a una vida menos interesante pero más cómoda; más descansada, porque se deja vencer por las tolerancias excesivas a que nos lleva la edad más avanzada. Recuerda en ese punto la frase barojiana del libro «La última vuelta del camino»: «¡¡Adelante con tu nave, capitán, combate los vientos adversos, larga todo el velamen y surca veloz el oleaje, marcando el rumbo con la brújula, y que la Mar te sea propicia!!».