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Planeta Tierra

Ramón Tamames
Ramón Tamames Catedrático de Estructura Económica / Cátedra Jean MonnetCristina BejaranoLa Razón

Hace hoy exactamente cuatro días que se cumplieron tres siglos del nacimiento del filósofo alemán Immanuel Kant. Maestro de tantos discípulos insignes, entre los que se cita a Hegel, Fichte y Schelling; con sus derivaciones hasta Marx. Y que continúa siendo una referencia permanente para todo el que, como decía Ortega, se considera filósofo al reflexionar sobre las más diversas categorías de la realidad.

Personalmente, me considero muy en el ámbito filosófico de Kant, sobre todo porque en la segunda mitad del siglo XVIII, consideró que su tiempo de la Ilustración era como la mayoría de edad del pensamiento de la especie humana. En ese sentido, Kant quiso racionalizar la propia dinámica del raciocinio, con sus célebres cuatro preguntas, que formuló con las correspondientes respuestas: ¿Qué puedo saber?, responde la metafísica; ¿Qué debo hacer?, contesta la ética; ¿Qué cabe esperar?, la respuesta viene de la religión; ¿Qué es el hombre?, la antropología entiende de la cuestión.

Querría recodar, además, mi ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, en enero de 2013, que fue presidido por la Reina Sofía, en un ambiente de lo más kantiano. Diserté sobre la obra más difundida del pensador de Königsberg, su «Ensayo sobre la Paz Perpetua», de 1795.

Manifesté entonces la validez actual del proyecto kantiano en busca en una organización mundial, cosmopolita, para la prolongación indefinida del estado de paz sobre la base del aumento del comercio entre las naciones, como vínculo para resistir las máximas tensiones. Todo un antecedente de la Sociedad de las Naciones, y después de las Naciones Unidas. Pero sin llegar todavía al objetivo de Kant de una federación universal.

NOTA BENE: Para un buen repaso kantiano, citamos hoy a Norbert Bilbeny por su libro «El torbellino Kant»; recién publicado por Ariel. No dejen de leerlo.