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Una increíble aventura
El primer español en bajar a la fosa de las Marianas halló basura
El ingeniero que diseñó el sumergible que más desciende del mundo alerta: «Apenas conocemos el 2% del lecho marino y ya lo hemos contaminado»
Cuando Héctor Salvador (Lugo, 1983) descendió al fondo del abismo de la Sirena, a 10.706 metros de profundidad, se convirtió en el primer español en bajar a la fosa de las Marianas. Allí abajo, en el interior del sumergible DSV «Limiting Factor» y acompañado por el copiloto del australiano Tim Macdonald, este ingeniero de 37 años sintió que había llegado al Tártaro de los griegos. Una aventura increíble que le ha valido el Premio Viaje del Año que, este año, le otorgó la Sociedad Geográfica Española.
A pesar de la desolación, aquel día de 2021, el piloto encontró criaturas vivas, recogió muestras y fue testigo las huellas que deja la basura arrojadas por el ser humano, incluso en la mayor de las profundidades. Charlamos con él por teléfono, con motivo del Día Mundial de los Océanos, cuyo propósito es informar sobre nuestro impacto en el medio marino... y en su fondo. Salvador nos responde desde sus oficinas de Sant Cugat del Vallès (Barcelona), donde trabaja como director de operaciones de la empresa Triton Submarines EMEA, que construyó el sumergible.
¿Cómo supo que bajaría hasta el tercer punto más profundo del mundo? «La noche de antes», contesta. «El proyecto del submarino para bajar a la fosa es muy específico, se trata de 12 horas de inversión, solo se puede hacer una al día y son carísimas. El batiscafo solo tiene dos plazas. Nos lo encargó el millonario Victor Vescobo, y lo hizo para ser la primera persona en bajar. La inmersiones profundas estaban reservadas para el dueño. Sin embargo, uno de los módulos se quedo atascado en el fondo. Nos tenemos que plantear si abandonarlo o si montamos un rescate. Se decide bajar», relata.
¿Tuvo miedo? «No, porque el vehículo lo habíamos hecho nosotros. Llevábamos 6 años trabajando en sumergible. Cada componente había sido llevado al límite en ambientes controlados. Lo único era que... no hay ningún vehículo igual en el mundo, así que no hay ningún vehículo que te pueda rescatar. Si te quedas atrapado en una red fantasma, sabes que nadie va a venir a por ti».
Antes de que Salvador viera el fondo del lecho marino, 12 personas habían caminado sobre la superficie de la Luna, pero solo tres habían descendido a la fosa. Desde entonces, tras cada expedición, el «submarino» recoge tres o cuatro nuevas especies desconocidas para el hombre. «Mientras bajas, ves pasar por el cristal seres que nadie ha visto jamás. Hay bichos enormes, pero también muy pequeños. Había gusanos en el suelo y organismos que viven en una zona con presión extrema… se llama la zona aral, el inframundo, los infiernos», explica.
Una de las especies que se encontraron fue el Eurythenes plasticus, al que dieron ese nombre porque su estómago estaba lleno de plásticos. El ingeniero, que hoy por hoy sigue escrutando las zonas más inaccesibles de los océanos, lamenta la realidad: «Ya estamos contaminando a especies que ni siquiera conocemos. Las estudian en el laboratorio por primera vez en la historia y ya tienen microplásticos», subraya. Y continúa: «Apenas conocemos un 2% del lecho y ya lo hemos contaminado. En el mar no se pueden limpiar los errores del pasado, no van a desaparecer», reivindica.
Dice que solemos pensar de forma inmediata en las islas flotantes de basura que salen en los telediarios. «Pero eso es solo es la basura menos densa que el agua», describe. Es la punta del iceberg. «Tenemos un problema que se llama ‘‘la ceguera de los océanos’’. Ojos que no ven, corazón que no siente», lamenta.
En cuanto a las posibles soluciones, indica que «el agua cubre el 70% de nuestro planeta y es muy difícil bajar a los fondos, así que usar nuestros sumergibles para recoger basura sería como usar un palito para recoger arena en el Sáhara. Lo que tenemos que hacer es parar».
Se dice optimista. «Creo que la solución es posible y pasa por la educación. Contarlo, contarlo y contarlo. Esa es la responsabilidad que tenemos los que lo hemos visto», advierte. «Ahora tú también lo sabes. Podemos educar y cambiar la sociedad, y llegará un momento en que, por lo menos, dejemos de echar basura. La primera emergencia es frenar».
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