Propaganda de la Guerra civil
De todos es conocida la capacidad revolucionaria para ejercer un mecanismo de propaganda absolutamente desbordante y embaucador. Así se demostró en la Revolución rusa y en tantos otros países. Por ello en España no iba a ser menos. El historiador Vicente Cárcel determina que, en 1936, existían en España 146 diarios antirreligiosos, algunos especialmente virulentos como “El socialista”, “El Pueblo”, o “El Crisol”, que aplaudieron en 1931 la quema de conventos y pedían constantemente sangre clerical. “El Crisol”, nada más llegar la República, denunciaba falsamente que existían polvorines en los conventos. “El Heraldo de Madrid”, nada más iniciarse la Guerra Civil, fue de los primeros periódicos en difundir la idea de que los frailes disparaban contra los obreros desde los campanarios. A modo de justificación de la persecución religiosa en la zona republicana se desplegaron las campañas más insólitas contra la Iglesia.
Toryho, el director de Solidaridad Obrera, órgano por excelencia del anarquismo, reaccionó para contrarrestar la preocupación en la prensa extranjera por la gran persecución religiosa que se estaba cometiendo en la zona republicana. La forma de hacerlo fue inventarse noticias inverosímiles de religiosos que empuñaban las armas. En la edición del 1 de agosto de 1936 de Solidaridad Obrera, se inició una campaña que no sabemos calificar si de genial o de cutre. Sacaban en portada una foto de cinco religiososapuntando con fusiles y parapetados tras un cañón. Evidentemente la foto estaba apañada y los religiosos eran “milicianos ensotanados”. El pie de la foto rezaba: “Los representantes de Dios en la tierra también emplean las armas. En un pueblo de Cataluña [no se especifica cual], esos frailes hicieron frente al Pueblo”. Esta foto, posteriormente fue recogida por “La Vanguardia” (edición del 14 de mayo de 1937), y actualmente se puede encontrar en artículos e investigaciones como si fuera una foto verdadera.
La imaginación da para mucho y a los anarquistas se les ocurrió también hacer una película de frailes capuchinos empuñando armas. Esta vez recurrieron a capuchinos reales que estaban en la prisión de Igualada. Hay varias fuentes al respecto. Una es la de Antoni Jorba Soler en “Agonia d’una ciutat”, en la que cuenta la historia de estos capuchinos. Otra fuente es la obra reseñada de Josep Massó, “L’Església catalana el 1936″. El relato es sorprendente: “Un día se presentan un grupo de milicianos que hablan todos en castellano. Llevan armas variadas que son distribuidas a los prisioneros [los capuchinos]. Después, bajo la amenaza de un soldado con un revólver en el puño, son conducidos a una escalera por la que les hacen subir. Mientras suben, un individuo instalado en el rellano superior le va dando a la maneta de su máquina de filmar. Una vez llegan arriba, empieza a comenzar la labor inversa. Siempre con la cabeza alta y armados, los religiosos son obligados a bajar. Pocos días después los diarios ofrecen al público fotografías que prueban que los religiosos han sido sorprendidos con las armas en las manos”.
En Gerona, en mayo de 1937, se realizó otra filmación propagandística en la que salen sacerdotes atacando con fusiles un pueblo, se buscan escenarios en Gerona como las escaleras de San Martín o las de la Catedral. Hay tres sacerdotes, por aquel tiempo, presos, que recogen este insólito hecho: Mn. Casanovas, Mn. Gispert, y Mn. Jou. Estas campañas de propaganda de baja estofa, calaron en el imaginario popular. Décadas después, películas progresistas como “La ciutat cremada” de Antoni Ribas, que relata la Semana Trágica, muestra un cura disparando al populacho desde el tejado de una Iglesia. De esa época –por cierto de lo peorcito para el cine español- también es “Las bicicletas son para el verano”, esta vez ambientada en la Guerra Civil. Se fabula con que fuerzas facciosas, incluyendo el cura, se lo pasan fenomenal disparando desde el campanario en la población de Gelida. En realidad en esta población los milicianos mataron al párroco, a un seminarista y otros convecinos; hechos que evidentemente no explica la película. Más recientemente, un bodrio de película, “Tierra y Libertad”, también recurre al tópico del cura disparando desde el campanario.
Si pudiéramos revisar toda la prensa revolucionaria de aquella época, encontraríamos verdaderas joyas de la manipulación para enervar a las masas revolucionarias. La Humanitat del 21 de agosto del 36, explica esta increíble historia: “Al medio día del 19 de julio los frailes del convento del Sagrado Corazón de la Avenida Padre Claret –Barcelona- dispararon contra los milicianos. A consecuencia de ello cayeron muertos algunos ciudadanos, entre ellos una anciana”. Y sigue la crónica afirmando que el comando de frailes, por la tarde disparó contra un coche en el que iba una chica vestida de enfermera. No respetaron siquiera su uniforme y “la chica y cuatro milicianos resultaron muertos”. No sabemos si estas alucinaciones periodísticas son para reír o llorar, el caso es que creaban odio al clero y la sensación de que había que combatirlos hasta exterminarlos, pues sino ellos acabarían a los revolucionarios. Otra crónica que no sabemos dónde encuadrarla por lo estrafalaria es la de “L’Autonomista” del 21 de agosto de 1936. Literalmente dice: “Como si no hubieran pasado los años, vuelven los horrores cometidos por los carlistas en la primera Guerra civil, sus matanzas e incendios […] No han faltado tampoco […] capellanes con cinturón, pistola o rifle, que predican a tiros el amor a Cristo”. Simplemente increíble. Mientras que la tierra catalana se está empapando de sangre de católicos y sacerdotes, este periódico presenta la situación como si Cataluña estuviera en manos de carlistas y curas trabucaires.