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El escultor de coches

Para esculpir el Seat Tarraco cuatro modelistas trabajaron conjuntamente durante dos meses y usaron 5.000 kilos de arcilla

Inicialmente, se utilizan herramientas como una fresadora, que crea el volumen inicial, y luego los modeladores emplean sus manos, espátulas o rascadores para dar forma a este primer coche físico
Inicialmente, se utilizan herramientas como una fresadora, que crea el volumen inicial, y luego los modeladores emplean sus manos, espátulas o rascadores para dar forma a este primer coche físicolarazon

Son auténticos artistas dentro del sector del automóvil y su principal herramienta de trabajo son sus manos. Se trata de los modelistas de clay y su profesión suele ser poco conocida. Gracias a ellos, los esbozos de los diseñadores cobran vida a escala real. Eso sí, en una escultura de arcilla. Así es el trabajo de Carlos Arcos, responsable de modelaje de modelos exteriores del fabricante español de automóviles Seat.

El clay, una pieza necesaria

En paralelo a los avances en realidad virtual o la existencia de las gafas en 4K, el modelo fabricado con este tipo de arcilla sigue siendo clave en el proceso de diseño. «Es el primer paso para ver las dimensiones reales del coche. Puedes verlo, tocarlo… El modelo físico es insustituible para unos volúmenes y unas superficies perfectas», comenta el modelista.

Sin duda, es un oficio inusual. Carlos Arcos se dedica a esculpir coches desde hace casi 20 años. Estudió Diseño Industrial y se especializó en modelado de prototipos. «Uso mis manos para sentir el coche, sus líneas, la superficie… Es un oficio creativo que cambia cada día, por eso me apasiona», explica. Más allá de su habilidad manual, «la cabeza tiene que aprender a trasladar lo que ve en 2D a la realidad». Para ello, tiene que controlar las sombras, la correlación entre las líneas y las superficies cuando modela.

Para empezar a manipular el clay y ablandarlo, debe calentarse a 60° C. «Es un material muy versátil y enseguida se enfría. Hay que saber manejarlo con rapidez», comenta Carlos mientras saca del horno unas barras de arcilla. Para moldearlo correctamente, uno de sus trucos es «mirar el coche desde diferentes perspectivas. Igual que un escultor». Inicialmente, utiliza herramientas como una fresadora que crea el volumen inicial y luego emplea sus manos, espátulas o rascadores para dar forma a este primer coche físico.

Uno de los últimos modelos que ha pasado por las manos de Carlos y de su equipo ha sido el nuevo Seat Tarraco: «Cada coche exige una sensibilidad diferente, pero en este SUV de grandes dimensiones el reto ha sido controlar los volúmenes y las proporciones». Para esculpirlo, trabajaron conjuntamente cuatro modelistas. «Nos repartimos para modelar distintas partes. En este caso, yo fui el encargado del frontal», explica. Para el Tarraco en clay se emplearon dos meses de trabajo y 5.000 kg de arcilla.

¿Una obra eterna?

Los modelistas pulen constantemente su obra. Aplican las revisiones que establecen los diseñadores volviendo a amasar la arcilla. «Trabajamos conjuntamente. Sabemos los conceptos que tienen en mente y lo que quieren mostrar». Carlos reconoce que «ambos podríamos seguir haciendo modificaciones en el clay, pero hay que aprobar una versión. Este diseño se llama “design freeze” y es el que congela nuestra obra cuando está en su mejor momento e integra todos los parámetros técnicos que permitirán fabricarlo en serie». Parece real a simple vista porque está pintado e incluye elementos como la rejilla, los faros o los retrovisores. «Incluso tiene cristales, pero nunca podríamos abrir sus puertas. Por debajo, está mi obra en arcilla», precisa. Carlos Arcos habla de los diferentes modelos de Seat como si fueran sus hijos. Cuando contempla las líneas exteriores del Tarraco, ve reflejado su trabajo. «Sabes que hay una parte de ti en esas curvas. Cuando lo vea rodando por la calle, me sentiré orgulloso de mi aportación», concluye.