Fiat
La nueva “dolce vita" del Fiat 500
El precio del modelo urbano, cien por cien eléctrico, arranca en 109 euros al mes, tiene una potencia equivalente a 118 cv y una autonomía que puede alcanzar los 400 kilómetros
Nació en 1957 y su imagen sigue más actual que nunca. El 500 “cinquecento” de Fiat es un ejemplo único de un diseño por el que parece que el tiempo no pasa y se ha convertido en uno de los coches más elegantes para la ciudad. Ahora, la casa italiana se ha introducido un motor eléctrico, con una gran autonomía y etiqueta Cero para poder circular sin problemas por todas partes. Y además se introduce una carrocería de tres puertas muy original.
Aunque el diseño original ha cumplido ahora 63 años, en el año 2007 los diseñadores italianos volvieron a demostrar su sabiduría al reinterpretar la primitiva carrocería para adaptarla a los nuevos tiempos, pasando el motor de posición trasera a delantera, pero sin perder un ápice de su personalidad. El resultado es que ha sido el utilitario más vendido en Europa durante los últimos años. Ahora, trece años después de su reinterpretación, llega la versión eléctrica siguiendo las últimas tendencias. Un coche que hemos tenido ocasión de probar en ciudad y sorprende por su absoluto silencia, su suavidad de marcha y sus fuertes aceleraciones, muy útiles para el tráfico urbano.
Este 500 eléctrico se fabrica en la factoría turinesa de Mirafiori, quizás la más conocida de Fiat y que desde hace ochenta años ha producido ya cerca de treinta millones de automóviles. Y este modelo es el primer eléctrico de un programa ambicioso del grupo italiano FCA, que ha puesto en marcha un plan industrial dotado con 45.000 millones de euros para poder contar con diez modelos electrificados de manera casi inmediata y hasta treinta en el plazo de un par de años.
Los clientes podrán elegir entre tres alternativas de terminación. El denominado Action es la opción dirigida a los más jóvenes, con una autonomía de 185 kilómetros. El Passion incrementa esta autonomía con mayor potencia de sus baterías hasta llegar a los 320 kilómetros pero que, en tráfico únicamente de ciudad, puede extenderse hasta 400 kilómetros según los ingenieros de la casa. La versión más destacada es la llamada Icon, con un equipamiento muy completo que incluye una pantalla de ordenador de 10 pulgadas. Los precios de estas versiones son de 109, 149 o 199 euros mensuales, con una entrada inicial de cinco mil euros. La potencia del motor eléctrico puede llegar hasta los 118 caballos.
Aunque las formas externas sean similares a las versiones de motor térmico, en el eléctrico el 96% de las piezas son nuevas, ya que se monta sobre una plataforma diferente que le hace un poco más grande, más ancho, más largo y con más batalla, y que sitúa el peso de las baterías en la parte inferior, con un reparto de pesos de 52% delante y 48% detrás. Como siempre en el 500, podremos elegir entre la carrocería cerrada y la versión descapotable. Pero ahora se añade una carrocería llamada 3+1, que posee una tercera puerta en la parte derecha, la del copiloto, justo detrás de la puerta principal, que puede tener un ángulo de apertura de hasta 83 grados.
Los diseñadores han mantenido las mismas dimensiones que las versiones descapotable y berlina, pero con una pequeña tercera puerta en el lado del pasajero, como el primer 500 de 1957, que montaba puertas con bisagras en la parte trasera. Otro guiño al pasado. Esta «puerta pequeña» se abre en dirección opuesta, y dada la falta de un panel central en la puerta misma, significa que es posible entrar más cómodamente, cargar y descargar artículos grandes con mayor facilidad y colocar a los niños detrás. Esta puerta pequeña solo se puede abrir con la puerta delantera ya abierta, para garantizar que los pasajeros de la parte trasera no puedan abrirla por accidente. Esta versión 3+1 pesa treinta kilos más que la berlina.
Al volante, el conductor puede seleccionar tres tipos de conducción: normal, range y sherpa. En la segunda las baterías se regeneran y en la última la recarga de baterías es aún mayor ya que el coche reduce su velocidad de manera palpable al levantar el pie del acelerador, con lo que casi no es necesario utilizar el pedal del freno. En cuanto a la recarga, el tiempo en un enchufe doméstico es de nueve horas, que se reducen a sólo 4 si instalamos un “wallbox”. En un cargador profesional de corriente continua el tiempo se reduce a media hora.
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