Opinión
Y se va
Minuto 21, gol de Griezmann (0-1) por la gracia de Mandanda. Presionar a este portero con el balón en los pies es pescar en una pecera. Minuto 49, segundo de Griezmann. El 0-3, de Gabi, en el 89. El Olympique de Marsella da más miedo en la grada que en el césped. Simeone perdió los nervios en Londres y la UEFA le castigó cuatro partidos. Sin piedad. Los ultras del OM convierten cada encuentro en un festival de bengalas y producen niebla como los chinos lluvia. Con estos desaprensivos, la UEFA mira para otro lado. Y así discurren los partidos de los indeseables, entre la bruma, lo cual no impidió a Griezmann adivinar el fallo colosal de Mandanda y establecer el minuto 21 como punto de partida del sufrimiento atlético. Faltaba más de una hora, para rezar, comerse las uñas y pellizcar al vecino. No hubo necesidad. Fue una fiesta rojiblanca. Lesionado Payet, figura «local», a Rudi García no le quedaba más recurso que cabrear a Diego Costa, que no rascaba bola; pero estaba Griezmann, quien, al contrario que Correa, no necesita cien jugadas para marcar un gol o hacer una gracia; con dos tiene suficientes para desequilibrar un partido. Es muy bueno. Gil Marín le ofrece más de 20 millones netos por temporada, pero se va... Al Barça, salvo milagro.
Ese prodigio que imploraba el OM para cambiar el curso de la final ante la mirada cómplice de Kuipers, árbitro parcial, horroroso, sin vergüenza. ¿Obedecía órdenes para evitar el doble éxito del fútbol español, si el Madrid triunfa en Kiev? Ni con el juez en contra encogió el Atlético, superior sin protagonizar un choque heroico. Lo maravilloso fue conquistar la Liga Europa para que Fernando Torres ganara un título con el Atleti. ¡Aleluya! ¡Por fin!
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