Opinión
Sudores
Acaba de aparecer un libro en Inglaterra sobre Hitler. Recoge testimonios de tres de sus empleados de servicio en el refugio de Berghof. Entre otras intimidades, revelan que el Führer podía estar tres días sin cambiarse de calzoncillos, cochinada que no paliaba el que en alguna jornada se mudara hasta tres veces. El orden de los factores sí altera el producto aunque quizá sea exagerado tachar al redomado nazi de marranete, pese a tan ostensible falta de pulcritud. «Como no se veía...». Ni se olía, por lo que cuentan, como si la guerra, los campos de exterminio o Eva Braun no le provocaran sudores. Hablando de sudores, que en esta caza de brujas de la que es víctima Sergio Ramos, el central, después de escuchar que lesionó a Karius y a Salah en la final de Kiev, ha reaccionado con sutil ironía: «Y Firmino se resfrió porque le cayó una gota de sudor mío».
Lo lamentable es que se ha creado una especie de lobby, al estilo del de la batalla del azúcar, que pretende apartar a Ramos del fútbol. Han recogido firmas en Egipto, donde le catalogan poco menos que de criminal; una clínica subvencionada por el Liverpool ha publicado un estudio que acredita que el portero «red» debió perder la concentración, y de ahí dos de los tres goles que encajó, como consecuencia de un codazo que le propinó el de Camas y del que no hubo noticias hasta la revelación. Una cosa es que el Madrid disfrutara en Kiev de toda la suerte que dio la espalda al Liverpool y otra muy distinta culpar a Sergio de la calamidad, a pesar de sus 260 tarjetas amarillas y 24 rojas.
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