Opinión
El tonto estacional de turno
Hay tontos que se identifican cuando abren la boca o cuando escriben la ocurrencia en Twitter. Pueden pertenecer al grupo del tonto a las tres o, más propiamente, al tonto estacional, que en esta primavera que no anuncia ni El Corte Inglés está más despistado que el tiempo. Con tanto cambio climático las laderas de la A-1 parecen importadas de Canadá. Lo que no varía es el empeño que tiene Rafa Nadal con Roland Garros, que va para la undécima final y ha triunfado en las diez anteriores. Algo hará bien. Sin embargo, el tonto estacional de turno considera que el tenis del mejor deportista español de todos los tiempos es «soporífero». Y le llama «pasabolas», como si Del Potro o Djokovic o Federer fueran mancos cuando pierden contra él. En tierra es tan superior que a ese diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid se le antoja aburrido.
Puede que se aburra él de verle «ganar, y ganar, y ganar», que decía Luis Aragonés, o puede que a este demócrata de pacotilla le siente como un bolazo de Nadal en la entrepierna que el tenista opine que estaría bien que los españoles votáramos tal y como está el patio, que, por cierto, todavía no ha rechistado por las primas de la Selección. Aunque suelen ser los mismos quienes critican el tenis de Rafa y el dinero que pueden ganar los futbolistas si regresan de Rusia con el Mundial. Han pactado 825.000 euros por el título. 950.000 ha sumado a su fortuna cada jugador del Madrid por anotar otra Champions. Y Nadal se embolsará 2,2 millones si conquista el undécimo RG. Por ser finalista le corresponde la mitad. Por partes, que las primas de la Selección las va a pagar la FIFA –33 millones para el campeón– y todavía sobrará dinero. Es que este tiempo vuelve tonto a cualquiera... con antecedentes.
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