Opinión

La modorra

Hay amistosos que los carga el diablo en vísperas de un Mundial, porque siembran dudas; más aún si los contendientes elegidos como «sparrings» se lo toman en serio. Suiza no dio facilidades a España en Villarreal y empató. Cierto que por un error inesperado del portero. Ojalá que De Gea haya cubierto el cupo de fallos del curso. Apenas una semana después, en Krasnodar (Rusia), segundo y definitivo ensayo frente a Túnez, que tampoco es moco de pavo. No es la «maría» de su grupo, donde coincide con Inglaterra, Bélgica y Panamá. Si juega como contra España, con velocidad, presión alta, convicción, verticalidad y sin complejos, será un rival muy incómodo.

Porque es muy molesto, un incordio, que no dio a la Roja un respiro en unos primeros 45 minutos aburridísimos. El fútbol, que frente a los suizos fue entretenido y más bonito que efectivo, ante los tunecinos resultó inconexo, deslavazado, inconsistente, tan ralo que a seis días del debut contra Portugal la endeblez en todas las líneas y la invisibilidad arriba preocupan. Sobre todo a Lopetegui, que en el segundo tiempo introdujo cambios en busca de la reacción... Lucas por Isco, Koke por Thiago, Nacho por Odriozola, Costa por Rodrigo y Asensio por Silva. Diferentes piezas para combatir un sistema férreo, sin fisuras, un muro atrás y un contragolpe que sumaba efectivos a cien por hora. Doblegar a un equipo tan fastidioso exige un plus de calidad, movilidad incesante y ganas de probar los reflejos del cancerbero. Habían transcurrido 84 minutos y Mathlouthi era un espectador. Julen metió a Aspas por Alba. Con una defensa de tres intentaba morder arriba y mordió Aspas (1-0). Victoria consoladora y partido amodorrado, para olvidar. Portugal exigirá más.