Opinión

Dos empates diferentes

«Los dos iguales para hoy» cantaba «in illo tempore» el vendedor de la ONCE, a quien siempre le quedaban «dos tiritas». Podría decirse también que por los resultados obtenidos por sus respectivas selecciones –3-3 con España los portugueses y 1-1 con Islandia los argentinos– Cristiano Ronaldo y Messi también son los dos iguales. Pues no. Cada empate es un mundo, un universo de gladiadores vencedores y vencidos. El de Cristiano es la onomatopeya del zambombazo, ¡buuum!, el clímax del goleador, el odioso «siuuu» que gravita sobre la estepa rusa y todo lo demás, el «hat trick» soñado por cualquier futbolista: tres goles, tres, en un partido del Mundial. Su triplete descolocó a la España de Fernando Hierro, que a dos minutos del final paladeaba la victoria. Fue un mazazo. La barrera estaba mal colocada, sí; pero CR metió el balón por el único hueco que cabía. Cómo imaginarlo, cuando el 95% de los golpes francos que ejecuta se estrellan contra algún guardián del muro o dislocan el cuello de algún aficionado en el tercer anfiteatro. Pues la clavó. Colosal «Cris».

Acierto pleno, tres tiros –todos los de Portugal salieron de sus botas– y tres goles. La colaboración del portero en su segundo tanto fue una maldita anécdota hasta que entró el tercero. Penitencia para De Gea. Apenas 24 horas después, turno para Messi. El 10 por ciento de la población islandesa, en las gradas del Spartak Stadium para animar a su selección. Bendito viaje el suyo; el de los argentinos, una decepción. Dominaron el partido, asediaron a los vikingos, acorazados en torno a un portero espléndido, Halldórsson, quien decidió, al despejar el penalti de Messi, que el duelo de las estrellas lo iba a ganar Cristiano Ronaldo por goleada. Empató Portugal y empató Argentina, pero no es lo mismo. En el grupo B de los ibéricos, las posibilidades de que Irán, líder accidental, y Marruecos superen esta primera fase son las que tiene Arabia Saudí de quedar primera o segunda en el A: ninguna. Al atribulado Sampaoli le salió todo al revés, el tanto de Agüero abrió una puerta a la esperanza que entre Finnbogason y Messi cerraron. A Leo le vuelven a pitar los oídos en su país. La clasificación albiceleste está en el alero.