Opinión

Tómbola

Es tan absorbente el Mundial que invade el espacio del resto de las noticias, incluidas las de fútbol. Pero es natural. Si te gusta, te apasiona. Entretenimiento superlativo, ambienta conversaciones tanto si el partido es malo o excepcional. Hay palique para antes, durante y después, incluso para muchísimo después si la cuestión a debate adquiere naturaleza trascendental. Como el penalti de Messi, apaleado en su país porque lo falló; él, que solito clasificó a Argentina. Así comienza y no acaba una cadena epistolar y dialéctica hasta agotar una fuente inagotable. No es una contradicción; es lo que hay. Como lo de Brasil y Neymar que, como argentinos y alemanes, ¡ay, los alemanes, derrotados por los mexicanos!, han echado el primer chafarrinón.

Por eso el empate de España con Portugal, después de todo lo que ocurrió en el partido y desde bien temprano, se antoja resultado colosal, corto, quizá, porque los españoles supieron sobreponerse a todas las calamidades y jugaron según se espera de un equipo que aspira a campeón. Todo ello, lo de los unos y los otros, minimiza el esfuerzo económico que está haciendo el Atlético de Madrid para continuar la próxima temporada con la escalada del Cholo. Por un recoveco, como si le hubiese tocado la Chochona en la tómbola, pudo filtrar que se ha gastado 75 millones en el fichaje de Lemar, perla francesa del Mónaco, y 25 en Rodri, futuro superbusquets. El movimiento habría pasado inadvertido de no ser por la peli que se montaron Piqué-productor y Griezmann-actor para anunciar el advenimiento del «Principito», que se queda en el Atlético por una cantidad de cariño que casi no cobra Cristiano en el Madrid. La cuña del Mundial.