Opinión

Los absurdos normales

El escritor irlandés James Joyce, debido a la densidad de sus obras y a su inconspicuo aspecto fisonómico, quedó para la posteridad como un tipo bastante aburrido. Sin embargo, en sus escritos aparece siempre por aquí o por allá un tono de paradoja muy festivo. Es algo así como un duendecillo humorístico enmascarado de pomposidad que le permite señalar conductas absurdas de los humanos. Suyo es el ágil giro que dice: «Ya que no podemos cambiar de país, cambiemos de tema».

Da la sensación de que Pedro Sánchez ha visitado últimamente a Pablo Iglesias con un tomo del «Ulises» y esa consigna bajo el brazo. Atendiendo a la situación del país y a las respectivas debilidades, la estrategia a acordar solo podía ser un cambio de tema. Y qué mejor manera de cambiar de tema que intentar acostumbrar a la población a que parezcan normales cosas que no lo son.

Los sufridos votantes de nuestro país hemos presenciado tantas conductas políticas extravagantes en los dos últimos años que estamos sedientos de normalidad, monotonía y tranquilidad. Nos conformaríamos incluso con que nos dejaran un poco en paz durante unos días para poder disfrutar el mundial (que es el último de Iniesta, hombre) sin más sobresaltos que los propios del VAR y el tiempo de descuento. Ese mono de normalidad que late en la calle contiene muchas posibilidades de canalizarse para provecho de algunos. Se trata tan solo de conseguir que, por pura repetición y agotamiento, la cosa más extravagante, a fuer de presenciarla mucho, no parezca tan rara. O sea, provocar que la frecuencia insistente de absurdos parezca normalidad plausible y así acostumbrar poco a poco a la población a las ausencias de lógica más insospechadas. Todo reside en la fuerza de la costumbre y en no fijarse que «normal» y «habitual» no significan lo mismo. No es normal, por ejemplo, que Iglesias vaya a ver a Torra y a la salida de su visita asegure que éste abandona la vía unilateral, mientras el propio Torra al salir del mismo encuentro dice que hay que seguir con el 1-O. ¿Es eso un diálogo normal? ¿Han hablado de lo mismo? ¿O, en vista de que no podían cambiar a la población, han decidido cambiar de tema?