Opinión

Tapabocas

Ahora justo que en casi todas las comunidades autónomas fuera de la meseta se ha decretado la obligatoriedad de usar mascarilla, llegan algunos médicos a decirnos que no sirven para parar al bicho. Y lo dicen muchos de los que se cuelan en nuestras casas a través de la tele y que prácticamente nos echan la bronca por ser tan tontos, por ser corderitos en manos de las recomendaciones del Gobierno. Ahora resulta que es una bobada ponérsela cuando estás al aire libre, cuando no tienes a nadie al lado (aunque eso no te asegure que, de pronto, se te pueda cruzar alguien), que es imposible colocársela sin cagarla, que la llevamos más horas de las que se puede, que el virus entra por los ojos, que nos tocamos mucho la cara y por eso es una gilipollez llevar tapabocas, y que no sirven las demasiado buenas, ni las demasiado caseras, ni las que llevan válvula, ni las que son lavables. Eso dicen los médicos mediáticos (algunos médicos mediáticos) mientras desde los hospitales y centros sanitarios donde los profesionales han sufrido tanto, nos piden que no nos la quitemos. La Organización Mundial de la Salud (que es un poco la casa de Tócame Roque) asegura, además, que tampoco hay que llevar guantes porque con ellos es más fácil contagiar otras enfermedades. Es decir: vamos a bandazos. Ahora sí, ahora no, ahora es imprescindible, ahora estás haciendo el idiota. No salgas sin ella, da lo mismo si no te la pones siempre. Yo pediría a la comunidad científica una versión unívoca, acompasada con la de las administraciones públicas. Oigan, pónganse de acuerdo. Los ciudadanos hacemos lo que podemos, aunque algunos sean profundamente imbéciles y se crean invencibles, pero digan, si puede ser, qué diantres sería bueno hacer incluso perdiendo confort, comodidad y lustre. Todo eso ahora no importa. Estamos a un tiro en el pie de volver a tener que recluirnos en nuestras casas, y sabemos, por experiencia, que hay buena puntería.