Opinión

La «famiglia» Pujol

Seguramente, todo se habría evitado si en 1984, Jordi Pujol hubiera respondido ante la justicia por su implicación en el escándalo de Banca Catalana. No fue así por una siniestra conjunción. Algún día sabremos si la decisión de salvarlo vino del gobierno de Felipe González o de más arriba, pero lo cierto es que Pujol pudo eludir la acción de la justicia y después todo fue coser y robar. No era poco para alguien cuyo Programa 2000 constituía una bomba de relojería que permitía comprender que los nacionalistas empujarían a Cataluña hacia la independencia quisiera o no y cuya gestión fue un ejemplo repetido de cómo saquear a todos, dentro y fuera de la región, vía presupuesto.
Como tantos casos en España, todo comenzó no con una policía incansable o con un juez incorruptible sino con una mujer harta. La novia de uno de sus hijos puso en 2012 en conocimiento de las autoridades lo que sucedía o, al menos, lo que ella sabía. Ya le dijo entonces Jordi Pujol Jr que nunca les pasaría nada y no le faltaban razones para su chulería porque décadas de corrupción respaldado por los gobiernos centrales dejaban de manifiesto que los nacionalistas catalanes no iban a prisión y si iban ya los indultaba el ministro de Justicia. Incluso la Agencia Tributaria –tantas veces al filo de la ley– no actuó contra Pujol por delito fiscal y un día, nos informó de que la causa había prescrito. No sorprende que durante años, pareciera que el caso no arrancaría jamás. Pruebas denegadas por el juez o acciones a paso de caracol permitieron que Pujol y su familia pasearan tan campantes por la calle y la montaña mientras algunos pensaban que, una vez más, la justicia en España es como las telas de araña, es decir, fuerte con los débiles y débil con los fuertes. Tras la tabernaria amenaza pujolesca de que si se movía el árbol podían caer muchos, no pocos vieron un anuncio de que, a fin de cuentas, nunca sería juzgado. Con un poco de suerte, hasta se moriría antes del auto de procesamiento y la familia podría echarle la culpa o alegar ignorancia invencible. Pero ahora resulta que, como a los Corleone, se acusa a los Pujol de haberse convertido en una organización criminal. De la conclusión justa de esta causa penden no pocas cuestiones en España.