Opinión
El reparto
No cabe duda de que el que no se consuela es porque no quiere y si eres una inútil total convertida en superministra es para estar agradecida para siempre jamás. Con todo, la imagen de los ministros de Sánchez aplaudiéndolo a su regreso de Europa es de lo más deplorable que he visto en estos últimos tiempos nada exentos de imágenes que parecen diseñadas para arrastrarnos al sollozo. No voy a ponerme a desmenuzar el acuerdo que deja mucho que desear y que, en algunos aspectos, me provoca más interrogantes inquietantes que la sensación de que los españoles pueden respirar tranquilos. Con todo, el reparto que ya se percibe de las cantidades para el día que se cobren resulta escalofriante. Juzguen ustedes. Prácticamente, una cuarta parte se va a encaminar a esos que ahora de manera cursi se llama migrantes. Ahí es nada. Con un desempleo que pasará del treinta por ciento y con un coronavirus que ha rebrotado precisamente donde aparecían los descendidos de la patera, el veinticinco por ciento de los dineros europeos irá a foraneos. Decía el clásico francés que África empieza en los Pirineos y este gobierno parece empeñado en convertir la triste máxima en irrefutable realidad demográfica. Las pruebas de la pandemia sólo se han realizado de manera masiva a los inmigrantes ilegales mientras la inmensa mayoría de los españoles sigue virgen de los análisis pertinentes. Pues, alegría, alegría, que van a venir más y en eso empleará el gobierno social-comunista buena parte del dinero que se entregue a España. Por si fuera poco, mil setecientos millones –al menos– este gobierno los va a entregar a naciones amigas de África, Oriente próximo e Hispanoamérica entre otras áreas del mundo. Diría yo que lo suyo sería solucionar antes los problemas nacionales que los de partes del mundo que no se puede decir que nos aporten de manera especial salvo en enviarnos sus poblaciones, pero, sin duda, ando equivocado. A esto sumen, por supuesto, los casi mil millones de euros que ya están reclamando los gobiernos de Vascongadas y Cataluña porque ya saben ustedes que, a la hora de exigir cacho, los nacionalistas catalanes y vascos son más españoles que la Gran Vía de Madrid, la jota aragonesa o el sombrero cordobés. No deseo ser agorero, pero mucho me malicio que el reparto va a favorecer y a dejar en pelota a los de siempre.
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