Opinión

Al humo de las pistolas

Los majarones del «woke» han conseguido retirar el nombre de David Hume de la Universidad de Edimburgo, pero en su «Tratado de la naturaleza humana» dijo cosas interesantes de la impresión y la idea que a partir de ella fijan la memoria o la imaginación; depende. Del 25 de octubre de 1986 recuerdo levantarme del suelo del Boulevard de San Sebastián justo a tiempo de ver cómo caían al mismo tiempo todas las hojas de todos los árboles. Como si la onda expansiva hubiera disuelto las ramas. También el fuego, la gente sobre la acera y otras carnicerías. ETA había posado una bomba sobre el coche de Rafael Garrido que lo mató a él, a su esposa Daniela, a su hijo Fernando y a una chica que pasaba por allí. Se llamaba María José. La medida del capricho de la memoria es que de aquellos años, mi Españita recuerde la teta de Sabrina Salerno en Nochevieja y no a Garrido ni a los alrededores de la miseria de su asesinato. Por ejemplo, que de madrugada alguien esparciera basura sobre las flores.

Cualquiera debería de tener derecho a buscar y honrar a sus muertos. El anteproyecto de Ley de Memoria Democrática tiene sus razones visto cerca, pero desde lejos resulta atroz en sus asimetrías. Dos días después, el Gobierno negocia los Presupuestos Generales del Estado con Bildu, con la política penitenciaria encima de la mesa y más de 300 asesinatos de ETA sin resolver. Así llegamos a esta hora en la que los escolares estudiarán legítima y justamente quiénes fueron los represaliados de Franco y no sabrán quién fue Gregorio Ordóñez, donde los hombres del consenso en la Transición actuaron de manera servil con la Dictadura y Arnaldo Otegi es Mahatma Gandhi con pelo, donde estará penado hacer apología del franquismo y se traga cuando Bildu sostiene en el Congreso que los condenados por terrorismo son presos políticos. No sé cómo –¡o sí!– se han invertido los tiempos de la historia de manera que, al humo de las pistolas, el terrorismo de ETA resulta algo tan lejano y, en cambio, Franco parece que fue ayer.