
Opinión
Cóctel
El otro día estuve leyendo un reportaje sobre el futuro y, sobre todo, el presente de las míticas coctelerías míticas de Madrid, muchas de ellas languideciendo o cerradas por las estrictas normas sobre el ocio nocturno y que las mete en el mismo saco que las discotecas. Nada tienen que ver porque los aficionados a los buenos combinados y a la charla no solemos bailar delante de nuestro barman de confianza.
He visitado muchas de ellas con asiduidad, he pasado momentos muy gratos y alegres, he tomado algún gintonic excelso y las considero parte de mi ocio amable y maduro, alejado de bullicios y pogos. En ese reportaje, alguno de esos empresarios que regentan esos locales, además de quejarse amargamente de la situación que se les presenta (el cierre o directamente, el traspaso), comentaba de manera literal que «la noche de Madrid está muerta. Esto parece Albacete». Bien, vayamos por partes, porque me han «tocao» lo más «sagrao». Me parece a mí que la persona que ha hecho esa lamentable comparación, no ha estado en su vida en Albacete. Evidentemente, el ocio nocturno ahora no es igual en ningún sitio y no lo debe ser por responsabilidad, para empezar, pero quisiera comunicarle a ese empresario que me parece que se equivoca totalmente. En Albacete, el ocio nocturno comienza sobre las once y media de la mañana, a veces se come y otras se te va la mano con los cubos de quintos y te dan las cuatro y media. Y a partir de ahí, final, lo que se dice final, no existe.
Invito desde aquí a ese ser humano equivocado a llevarle a mi ciudad y le advierto que no es fácil aguantar. Pero más allá de estas cosas anecdóticas queda ese afán asqueroso de hacer que algo tenga más valor siendo faltón y grosero con un tercero que no te ha hecho nada y cuya comparación no venía a cuento. No mezclen. Que me agito.
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