Opinión

Alguien voló

Sacó el otro día Pedro Sánchez su tono beatífico a tó lo que da para decirnos que tenemos unos datos que nos harían merecer que nos metieran de nuevo en nuestras casas bajo siete llaves, para contarnos que hemos sobrepasado con creces los niveles extremos, que nos viene otra temporadita en el infierno y que vamos a conseguir salir de esta entre todos cuando ya hemos demostrado que, entre todos, lo que hemos hecho es cagarla.

Nos lo dijo Pedro Sánchez pero luego no dijo nada, o mejor dicho, dijo que el marrón le cae a las comunidades autónomas y que cada una dictara las normas que creyera necesarias para frenar en esos territorios la pandemia. Y ahí empieza la fiesta. Unas no quieren que se llame toque de queda, otras que sí, otras que estado de alarma, otras que restricciones, y alguna que nada de todo eso porque están en temporada alta. Resultado: Alguien voló sobre el nido del cuco.

A todo esto hay que esperar que ningún tribunal frene esas medidas, ojo. Hay que esperar que sea tal el jaleo que Pablo Casado no tenga más remedio que darle su apoyo al Gobierno para que pueda decretar el estado de alarma más fácilmente. Y hay que esperar a que todo esto confluya, sea posible y podamos salir de este follón tristísimo. Un follón en el que mi vecina universitaria hace fiestas en casa y yo no puedo (porque creo que esa es mi responsabilidad) ir a ver a mi madre, a algún amigo imprescindible; en el que se sigue dejando que haya aglomeraciones en el transporte público sin reforzar el servicio; en el que continuamos asistiendo a un espectáculo político bochornoso, lamentable, alejado de los problemas reales, sostenido por intereses electorales sin disimulo.

Este virus raro y cabrón tiene, al menos, algo bueno: está detectando gilipollas a la velocidad de la luz. Y los localiza en tu mismo rellano, en tu barrio, en tu parque. Y hasta por la tele.