Política

La fuerza bruta de Sánchez

El líder socialista llegó a Moncloa subiendo su ambición a horcajadas de la negociación con los independentistas que alcahueteó Iglesias

La estrategia de Pedro Sánchez al frente del gobierno se basa en esperar protegido a que su adversario tenga una debilidad o un error. No es amigo de compartir las decisiones que toma, eso le genera muchos problemas porque, sin mayoría absoluta, son discutidas por sus socios, y eso le irrita profundamente.

Es evidente que no consensuar tiene el riesgo de que la otra parte esté en desacuerdo, máxime cuando su estilo político es agresivo y personalista. Sin embargo, Pablo Iglesias no emplea la fuerza, sino que intenta pastorear al que tiene enfrente hasta llevarle a la situación que desea. De momento, ha demostrado que es más listo que Sánchez porque le ha ganado casi todos los pulsos.

El líder socialista llegó a Moncloa subiendo su ambición a horcajadas de la negociación con los independentistas que alcahueteó Iglesias. Después, intentó quitar del tablero de juego a Podemos llegando a repetir las elecciones porque quería una mayoría suficiente para prescindir de Iglesias. Sin embargo, le salió mal y ahí está de vicepresidente del ejecutivo.

Una vez en el gobierno, los desacuerdos siguen saldándose a favor del líder morado. Los Presupuestos saldrán adelante con el voto independentista catalán y de Bildu, tal como él quería. Sánchez sigue intentando maniobrar con Arrimadas, que se mantiene contra viento y marea, dispuesta a viajar de la mano del gobierno sin que parezca importarle quién viaja en ese vagón.

Solo existe una explicación a eso, el líder socialista se ha llevado a precio de saldo, la promesa de una cartera ministerial y algunos cambios de gobierno las comunidades autónomas, lo que quedaba de Ciudadanos. En el proceso presupuestario, Iglesias ha hecho alarde de fuerza con la enmienda de los desahucios, que también ha ganado, y se ha colado en la mesa de reparto del dinero de Europa tras un intento de Sánchez de prescindir de él.

Estas son las cosas que no soporta el líder socialista, que le lleven la contraria y, encima, le hagan cambiar de opinión públicamente. Pero hay algo que tiene Sánchez muy desarrollado en lo que saca varios cuerpos de ventaja al morado: una infinita memoria de lo que él considera afrentas.

Es un arma poderosa porque le permite liquidar adversarios sin pestañear y sin remordimientos. Además, dada la sensibilidad tan desarrollada cuando que no le dan la razón en todo, en ocasiones, sus adversarios no son conscientes de la envergadura de la venganza.

Sánchez no soporta a Iglesias y cada pulso que le echa y pierde hace que crezcan en él las ganas de liquidarlo. Por mucho que maniobre y doble el brazo del socialista, Iglesias se debilitará, será por causa judicial, política o un sencillo despiste. En ese momento, Sanchez tomará impulso para que el golpe sea más potente y seco.

Ya veremos si después de los presupuestos llega ese momento en el que Podemos no sea necesario y, en caso de ser así, si gana la fuerza bruta de Sánchez o las fintas políticas de Iglesias.