Opinión

La excusa de Josu Ternera

Al hilo del nuevo relato de lo de ETA se aparece Josu Urrutikoetxea. Ternera tenía un fusil y ahora tiene una excusa. Viene de último Peaky Blinder de la izquierda abertzale a decir que ETA no buscaba la violencia, y que fue un instrumento que usó con preocupación. Casi prefiere uno que mataran a las niños de la casa Cuartel de Zaragoza porque las querían matar, porque las consideraran una suerte de hijas del demonio o algo, una raza a exterminar y no que las asesinaran sabiendo que eran niñas como todos los niñas, niñas que juegan, que duermen, niñas con frío, niñas con legañas por la mañana, niñas con un abrigo, un juguete y una madre.

Si las hubieran matado como el que mata a una pulga, la violencia tendría por lo menos el sentido del que ha perdido la cabeza. Pero nos enteramos de que les preocupaba la violencia. A mí me cuesta creer esta versión del tipo que hizo lo que hizo a su pesar. Considerar la muerte del otro enmarcada en una violencia necesaria, sabiendo que la muerte es mala, digo, solo añade al crimen otra capa de mugre moral. Así se va enfangando mi Españita en esta cosa de la violencia como instrumento en la que se mataba a sabiendas de que se mataba, pero servía para algo. En ese servir viven todos los demonios de la tierra y en él se igualan todos los terrorismos y todas las teorías de justificación del matonerío que tienen el común que se les termina notando el bulto de la pistola bajo los ropajes de «todos los sufrimientos». Se diluye la muerte de uno en la muerte de muchos como si, oiga, aquí mataba todo el mundo, y no. El blanqueo del terrorismo vasco que se pretende por lo que sea resulta cada día más imposible por miles de entrevistas que le hagan a Josu Ternera con aroma de héroe bohemio de taberna irlandesa. Quién sea que habla termina atrapado en la trampa del que pide perdón por algo que en realidad no lamenta y así, cuanto más más condenan la violencia, más parece que la están justificando.