Fútbol

Florentino y las puertas del campo

«La Superliga es polémica pero torpedearla es intentar poner puertas al campo»

Florentino Pérez, presidente del Real Madrid y de la constructora ACS, ingeniero de formación, no suele dar puntada sin hilo y tampoco es amigo de improvisaciones, lo que no descarta ciertas revoluciones –diseñadas con mimo– y algún que otro órdago. Ahora, mientras la pandemia mantiene vacíos los estadios de fútbol y horada las arcas de los clubes, doce de los principales equipos, y con más título, tradición y seguidores, del viejo continente anuncian la puesta en marcha de una Superliga europea organizada por una empresa de nuevo cuño, pero española, «European Super League Company Sociedad Limitada», encabezada por el propio Florentino Pérez, y de la que serán vicepresidentes los presidentes del Manchester United (Joel Glazer) y de la Juventus (Andrea Agnelli). Es una operación deportiva y financiera, que cuenta con el respaldo del banco de inversión JP Morgan, que se encargará de la millonaria financiación, y del fondo-boutique de inversión, Key Capital, con importante participación española, que ha designado a su socio Anas Laghari como secretario general.

La iniciativa impulsada por Florentino Pérez, Joe Glazer y Andrea Agnelli, que apoyan Laporta y Cerezo, es polémica, como cualquier innovación y, de momento, tropieza con el rechazo de los organismos que controlan más que dirigen el fútbol europeo y mundial, la UEFA y la FIFA y la de varios Gobiernos, según las primeras reacciones de ministros franceses, italianos y españoles, que intentarán apelar a los sentimientos de los aficionados para torpedear el proyecto. Algunos alegarán que se pierde el romanticismo del fútbol y la posibilidad de que David gane a Goliat. Es un espejismo. Es posible que el colista de cualquier liga gane al campeón una vez, pero no dejará de ser una excepción y esa opción nunca dejará de existir. El proyecto, deportivo y económico, de la Superliga no es perfecto, sin duda. Puede y debe afinarse y quizá se retrase algo, pero antes o después será un referente mundial, pilotado además por una compañía española. Tratar de impedirlo es tan inútil como «intentar poner puertas al campo». Lo veremos.