Podemos

Dos maletas de dinero

La Audiencia Nacional han ordenado investigar si Juan Carlos Monedero se llevó maletas con dinero que le entregó el régimen de Maduro en un hotel de lujo de Caracas. La escena que describen dos testigos protegidos dibuja el arquetipo del trinque y de la mafia. Para que funcione la imagen del mangazo clásico a gran escala, en la escena tiene que haber una maleta, pero es mucho mejor su aparecen dos: dos maletas con dinero. El que escucha el relato imagina rápidamente una habitación, un tenso silencio, quizás un cenicero con colillas. El que recibe la pasta abre la maleta, mira los billetes y se pregunta: “¿Está todo?”

Igual no era tanto dinero. Si el supuesto pago a Monedero fue en bolívares, las dos maletas le hubieran llegado justo para llegar en taxi al aeropuerto. Cuando nació Podemos en la Complutense Monedero, Iglesias y Errejón hacían analogías sobre ‘El Rey León’ y el cochino capitalismo: unas ‘jajas’. Aquello parecía muy simpático. La gente se sentaba en el suelo y fumaban porros en los pasillos. Ya entonces resultaba muy difícil creer que aquellos majarones fueran a cambiar el mundo, al menos para bien, pero la gente estaba en eso. Pronto se vio que aquellas teorías aplicadas a los países del Foro de Sao Paulo generaban desnutrición y falta de medicamentos en las farmacias.

Por aquellos días, a la gente de Podemos -camisa de Alcampo y paseo a que haga pipí la perrita en un arbolito de Vallecas- se le intuía un Orinoco de pasta ancho, verde, fértil y sinuoso cuyos meandros entraban y salían de espesas y desconocidas regiones selváticas, pero todo el mundo sabía dónde nacía la pasta y dónde moría.

Ahora nos enteramos de que eran unos genios de la economía. Todo el mundo mandaba dinero de España a Venezuelo y ellos se lo estaban llevando de Venezuela a Madrid (presuntamente). La cosa es que Podemos siempre ha negado la financiación de otros regímenes con el objetivo de implantar en Europa su sistema de resultados contrastados. Alegan que pagaron a los miembros del partido, a sus empresas y a sus productoras, pero no al partido. También es casualidad.

Madrid con dinero es un videojuego interminable. Ya si vives en Carabanchel y tienes que ir cada mañana una hora y media en Metro a limpiar una casa en la Moraleja, la cosa cambia. Con chalé en Galapagar, cortacésped de tres alturas de siega y mucama del ministerio, se asaltan los cielos de otra manera.