Opinión

Franco montado en helicóptero

Que no puedan pactar PP y PSOE significa ruina; ojalá lo supiera Sánchez cuando prefirió aliarse con Bildu que con el PP.

Notas del martes ocho, febrero mayea y se terminan las mascarillas en exteriores y en los patios de los colegios. Hay niños que llevan dos años juntos en clase y se van a conocer mañana. La mascarilla es el beneficio de la duda de nuestra belleza, así que la mayor parte de los chavales van a parecerse feísimos los unos a los otros. A otros les sorprenderán las facciones del rostro nunca antes descubierto.

Me han dolido mucho estos niños de colegio sin cara, niños sin rostro, sin boca y sin dientes, comisuras, ni hoyuelos, niños tímidos que ahora se niegan a enseñar su divina sonrisa de niños. Niños parapetados tras el azul quirúrgico, niños con fobia social y retraso madurativo, niños se los que se ha dicho que se portan tan bien, y qué bien han llevado la pandemia, niños de lección de responsabilidad, y lo que les pasa a los niños es que no se quejan, ni votan, y así les luce el pelo y el terapeuta.

En Mañuecoland ha estado Isabel Díaz Ayuso y ha dicho que pactaría antes con Vox que con el PSOE -”los que pactan con los que les secuestraban”-. Que no puedan pactar PP y PSOE significa en general ruina; ojalá lo supiera Sánchez cuando eligió aliarse antes con Bildu que con el PP.

También ha dicho Ayuso que cosas más gordas se han visto, y se acordó del día en el que Franco volaba en un helicóptero. Estas abstracciones extravagantes que producen los discursos políticos de mi Españita me resultan del todo impagables. La cosa es que vimos a Franco en helicóptero el día en que lo sacaron del Valle de Los Caídos y envolvieron la caja en una tela marrón tan poco institucional que por momentos parecía que cargaban un enorme brazo de gitano de chocolate.

Después, Franco se elevó sobre los pinos de Cuelgamuros. El sonido de las aspas no se escuchaba por televisión, pero daba igual porque nos lo estábamos imaginando en su “Tocotocotocotocotoco”. Cómo no lo íbamos a ver, si Sánchez lo retransmitió con veintiún cámaras de cine. Vio más gente el vuelo de Franco que la llegada del hombre a la Luna; el día se declaró festivo y España se agolpaba ante los escaparates de las tiendas de televisores. Han visto a Franco en las tribunas de oradores, en las columnas de los periódicos, y su cara se ha aparecido en los lamparones de las togas de los jueces, en los carteles de los partidos políticos, en el ruedo de Las ventas por la feria de San Isidro, en las terrazas de Madrid, en los chistes y en las latas de berberechos. Para estar muerto, Franco ha estado en todas partes. Tanto han sacado a Franco que hay gente que le está cogiendo cariño.