Economía

Sabios y listos contra Madrid

En este libro negro lo vuelven a hacer: la mayoría de sus propuestas inciden fiscalmente sobre el pueblo llano

El «Libro Blanco» del célebre comité de sabios es un libro muy negro para los contribuyentes de todas las comunidades autónomas que han decidido suprimir o bonificar el Impuesto de Patrimonio y el de Sucesiones. Muy particularmente contra los ciudadanos de la Comunidad de Madrid, cuyas autoridades se han convertido en el principal enemigo a batir por parte de la izquierda (y también por una fracción quizá significativa de la derecha), pero no porque sean de derechas, ni porque sean liberales, sino porque su mensaje de relativa contención de los impuestos ha sido ampliamente respaldado en las urnas. Ahí le duele a la izquierda, con toda razón. Y como son listos, responden intentando, como los sabios, engañar al personal.

El presidente del comité, el profesor Jesús Ruiz-Huerta, es consciente del ataque a la autonomía madrileña, y entonces recurrió al manido y paradójico argumento de que la competencia, que tanto nos favorece a los ciudadanos en la sociedad civil, es muy dañina en la política. Claro, es que así como la competencia en el mercado limita las subidas de precios, la competencia fiscal limita las subidas de impuestos. Y hasta ahí podríamos llegar. «Hay que evitar el vaciamiento», declaró Ruiz-Huerta, pero solo el de las arcas de las autoridades, no el de los bolsillos de sus súbditos.

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, de larga experiencia en dañar a los contribuyentes, primero en Andalucía y luego en toda España, aportó sus grandes granos de arena, condenando a Madrid por tener impuestos relativamente más bajos, porque «hizo de la política fiscal un objetivo en sí mismo. La política fiscal es instrumental, nunca puede ser un objetivo en sí mismo». Esto es lo que hay, señora, los socialistas creen que su libertad de usted es un instrumento.

Más aún, creen que los impuestos se pagan a cambio de servicios públicos, cuando es evidente que se pagan porque son obligatorios.

Más aún, nos faltan a todos al respeto, alegando, como la señora ministra, que «la política, para aquellos que no tienen nada, es el único instrumento para cambiar las cosas, para cambiar la realidad». Impresionante demagogia, y particularmente si consideramos lo que hacen siempre los socialistas, que es castigar precisamente a los más pobres. En este libro negro lo vuelven a hacer: la mayoría de sus propuestas inciden fiscalmente sobre el pueblo llano.