Filosofía

¿Es la Filosofía peligrosa?

La Filosofía constituye un adversario para quien la teme y erradica, a causa de que pone al descubierto su verdadero oficio: la instrumentalización de las ideas

Javier Barraca Mairal

Eliminar la Filosofía, en la ESO, por parte del Estado ¿responde a la ignorancia de su valor o a una aviesa e interesada intención? Algunos no negamos que se desconozca la Filosofía en las altas instancias gubernamentales; pero estimamos que, también, se desconfía y recela de ella, e incluso que se la teme.

A los que encasillan lo filosófico en lo baladí, lo espurio, lo fútil, no les hace temblar ni su presencia ni su ausencia. Pero quienes saben del poder de las ideas constituyen otro caso. Suelen conocer su fuerza los políticos y expertos en la «res pública» (la cosa o esfera pública). Singularmente, aquellos que viven de la ideología –en cuanto estructura conceptual y discursiva que encierra al sujeto, aislándolo de la realidad–. Los que blanden las ideas como armas y acostumbran a utilizarlas estratégicamente para sus fines, no dudan de su influencia. Este mal uso de la idea sucede en demasía entre la casta política. Por eso, resulta difícil absolver de entrada a los que han extirpado lo filosófico de nuestra educación.

Cuál es la causa de fondo de esta suspicacia de algunos gobernantes hacia la Filosofía. En los de signo populista: el captar que su sofístico empleo del lenguaje corre el riesgo de verse desenmascarado. Este desenmascaramiento, que teme todo ingeniero de lo social, ocurre cuando el sujeto, gracias al cultivo del análisis filosófico, se adiestra en la crítica de las ideas. La persona formada filosóficamente está entrenada en su valoración. Por eso, ciertas ideas-trampa ven desactivado su influjo ante los experimentados en su crítica. No hay mejor antídoto contra la manipulación que la Filosofía, la reflexión madura en torno a la historia de las ideas y las diversas concepciones vitales, como advirtió Guardini. Las ideas mueven el mundo; pero ello rige para bien y para mal. El manipulador se vale de estas para colonizar las mentes ajenas, cual caballos de Troya con los que dominar a los demás. Teme a las ideas de los otros, especialmente cuando resultan certeras. La Filosofía, en cambio, nos enseña a examinarlas, a cribarlas, algo esencial de cara a la acción.

También asusta a los demagogos la Filosofía a causa de que esta nos provee de método para buscar lo verdadero («methodos» indica «camino» en su etimología). La Filosofía nunca cesa de preguntarse por la verdad y su acceso, investiga el sentido de lo real, orienta en la existencia. Alecciona en el pensar y vivir, por cuanto anima a escoger una vía apta hacia lo que anhelamos conocer, a seguir una senda ajustada al propio ser. A quien manipula no le interesa esta cultura del pensamiento riguroso. Ortega denunció que se manipula mejor desde la confusión y a una masa irreflexiva, alimentando los instintos más primarios con odio, victimismo o rencor. Cuando un gobierno vive de incentivar antagonismos, de antiguos litigios como los guerra-civilistas, del divide y vencerás, perniciosamente aplicado, no es de extrañar que tema a la Filosofía. Esta coopera a que realicemos las distinciones necesarias y, sin embargo, integremos aspectos que una comprensión superficial ve como opuestos, cuando son complementarios: libertad-responsabilidad, igualdad-libertad, hombre-mujer, empresario-trabajador. López Quintás redactaba una atinada tercera sobre este tenor integrador de lo filosófico, en un estilo de pensar relacional que capta la conexión de los diversos elementos de lo real.

El temor a la Filosofía procede asimismo de su fecundidad para idear algo mejor, para engendrar un porvenir preferible, para la utopía en su más fértil sentido. Recuerdo cómo la lectura del platónico Sobre la justicia o De la República alumbró en mí el aprecio hacia la lucha por lo justo. Muchos gobiernos no toleran las utopías ni los anhelos sinceros de justicia, pues la poltrona del poder los ha vaciado de ideales –aunque no a sus discursos–. La Filosofía jamás entierra la utopía, en cuanto renovación, creatividad, esperanza. Cultiva un profetismo desde la razón, letal para el autócrata, y más si se reviste de ejemplaridad (Gomá) o de rechazo de la inhumanidad (Marina). En un foro, alguien que se decía ingeniero y culto renegaba de Kant y apoyaba la substitución de la Filosofía por más tecnología. Nada tenemos en contra de esta, pero sí de un aborrecer lo filosófico que reivindica a la par la argumentación, el diálogo de ideas y la libre expresión de estas, derivados del reconocimiento de la dignidad personal. Ello, por cuanto estos bienes tienen alguna deuda con esa Filosofía a la que se expulsa.

Recordamos la pregunta del título: ¿Es la Filosofía peligrosa? Y concluimos respondiendo que sí, que lo es. La Filosofía constituye un adversario para quien la teme y erradica, a causa de que pone al descubierto su verdadero oficio: la instrumentalización de las ideas.

Javier Barraca Mairal, es profesor de Filosofía de la URJC.