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Teresa Ribera

La soberbia de Teresa Ribera

«España no es un sistema parlamentario donde la oposición se tiene que someter a la voluntad del Gobierno»

He de reconocer que Teresa Ribera no me resulta simpática. Es algo extraño, porque tengo especial afecto por el cuerpo de Administradores Civiles del Estado. Tuve la suerte de trabajar con ellos en tres ministerios. Los famosos TAC son un modelo de eficacia y rigor. En cambio, Ribera me provoca un enorme rechazo por la soberbia y arrogancia que muestra en sus intervenciones. Me recuerda lo que me dijo un presidente del Gobierno de un famoso arzobispo: «Siempre que me pide o propone algo tengo ganas de decirle que no, aunque tenga razón». Me resultó un comentario exagerado, pero cuando lo reflexioné me di cuenta de que era acertado. Hay personas que generan rechazo, porque se consideran superiores. Lo expresan con sus gestos y sus palabras. En cambio, aprecio la gente que no pretende abrumar con sus conocimientos y que no son heraldos del pensamiento único. Los políticos, empresarios o intelectuales más interesantes que he conocido no eran ni soberbios ni arrogantes, porque no lo necesitaban. Otra cuestión muy distinta son algunos directivos con ínfulas de empresarios, nuevos ricos insufribles, políticos trepas o pseudointelectuales y periodistas con pocas lecturas y menos publicaciones.

No entiendo por qué Ribera y los defensores de ese último bodrio de real decreto-ley no intentan ser amables y educados a la hora de recabar el apoyo de la oposición. Me recuerdan a la inolvidable Mrs. Danvers, el ama de llaves de la película «Rebeca» de Alfred Hitchcock. En primer lugar, está ese tono agrio y agresivo de la vicepresidenta con los que discrepan. Es inaceptable. Se consigue más con una sonrisa. Este aspecto es suficiente para que las comunidades gobernadas por el PP le nieguen su apoyo. España no es un sistema parlamentario donde la oposición se tiene que someter a la voluntad del Gobierno. En segundo lugar, ese plan de ahorro energético no es la única solución. No podemos reducir la gestión pública a la simpleza de bueno y malo. Hay otras opciones, porque ya sabemos que es un brindis al sol. He de suponer que Ribera es experta en Derecho Administrativo, pero no lo es en temas energéticos. Ha sido directora general, secretaria de Estado y actualmente es ministra, pero estos cargos políticos no son aval suficiente para que creamos que su palabra es un dogma de fe.

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