Gregorio Sánchez

Jarl

En ese baño de ese restaurante moderno y de calidad, suena Chiquito. Chiquito de la Calzada. El gran Gregorio Sánchez Fernández

Hay un bar en Málaga en el que cuesta salir del baño. Me pasó el otro día. No les voy a decir cómo se llama el restaurante para dejarles con la incógnita y que necesiten imperiosamente encontrarlo cuando les diga lo que pasa en ese baño. Sólo les diré que está justo al lado de un hotel con mucha tradición y que el alojamiento hace esquinazo antes justo de la Alameda.

Miren que Picasso es un reclamo fundamental y su figura hace que vengan hordas de extranjeros ávidos de sol y de comer bien y de pasear por esas calles tan lindas y de asegurarse un poquito de calor y buena vida. Miren que Antonio Banderas también ha puesto en el mapa a su ciudad, dotándola de prestigio, invirtiendo en hostelería y cultura. Miren que, de por sí, Málaga es un lugar que se ha reinventado, que se ha rehecho, que ha cambiado, que ha invertido en lo suyo, en su calidad. Así está hoy de bonita Málaga, disfrutona y feliz.

Pero ese baño es mucho baño. En ese baño de ese restaurante moderno y de calidad, suena Chiquito. Chiquito de la Calzada. El gran Gregorio Sánchez Fernández. Vas a desbeber y ahí está Chiquito de la Calzada, el gran hombre sencillo, contando sus chistes mientras tú te alivias. Así que, lo que es una visita corta, lo más corta que se pueda para no perderte la comida, se convierte en un rato que alargas. Y sales con una sonrisa. Yo, que tuve la suerte de trabajar con Gregorio en un programa de radio, lo recuerdo como un ser entrañable. Siempre de buen humor, siempre sencillo, humilde, que se hacía de menos a las primeras de cambio. Y siempre con Pepita, su querida esposa, a la que necesitaba a cada paso. Chiquito, icono pop, nos cambió incluso la forma de hablar a muchos españoles. Era tan original y tan de verdad, que comenzamos a responder con dichos de Chiquito, a caminar como Chiquito y hasta le pusimos al perro Trigo, ya saben, por no llamarle Rodrigo. Así que estos días, en los que Málaga está floreciente y guapísima, me he acordado mucho de Gregorio, al que Dios tenga en su gloria, por la gloria de mi madre.