Elecciones en Italia

La victoria del centro derecha italiano

«Meloni ha sabido capitalizar el descontento y el rechazo a los partidos del centro izquierda, esa colección de inútiles»

Estos días hemos visto presentar la situación de Italia como la elección entre la ultraderecha y el centro izquierda. El disparate llegaba al extremo de señalar que la presencia de Berlusconi en el primer bloque servía para centrar a Meloni y Salvini. Por supuesto, los italianos que no votan a esa maravillosa izquierda, como sucedió en Suecia, es que no se enteran y deben ser, dicho irónicamente, idiotas. La desesperación de la poderosa izquierda mediática española es comprensible, porque la realidad no encaja en sus relatos imaginarios. Por supuesto, en España también gobierna el centro izquierda, y ya todo el mundo sabe que Podemos, los bilduetarras y los independentistas, son un modelo de centralidad. A estas alturas, a nadie le sorprenderá que se diga que la victoria de Meloni es el triunfo de la ultraderecha, aunque, al menos, ahora no es el regreso del fascismo, y que toda Europa está en alerta ante esta catástrofe. Esta visión no es ajena a que las facultades de Periodismo de las universidades públicas estén controladas por la izquierda desde su fundación.

Los profesores que no abrazábamos el marxismo, el socialismo o el nacionalismo catalán, en el caso de mi tierra, éramos unos raritos. Unos elementos exóticos que servían como ejemplo para decir que eran muy plurales. Por ello, cuando escucho TVE o TV3, por citar algunos ejemplos, no me sorprende la visión que ofrecen de eso que definen como la «tormenta política italiana». Meloni ha sabido capitalizar el descontento de los italianos y el rechazo a esos partidos que forman lo que eufemísticamente llaman el «centro izquierda». Son una colección de inútiles e incompetentes, así como sosos y aburridos, como Enrico Letta. Es otro de esos politólogos que tanto gustan en España y que su conocimiento de la vida pública está en los manuales, pero que son incapaces de gestionar una comunidad de vecinos. Es esa izquierda católica que tanto gusta al Papa Francisco, que solo se siente cómodo con pijoprogres, ateos y agnósticos. La izquierda debería reflexionar sobre las causas de su retroceso en Europa, su sectarismo a la hora de analizar los resultados electorales y asumir sus propios errores. Cuando entraron los comunistas y antisistema en el gobierno español no dijeron que era una catástrofe o que Europa estaba alarmada.