Liz Truss

La guerra de los tories

«La rebelión contra Boris Johnson, que es tan pintoresco como carismático, fue un grave error»

El Reino Unido es una gran democracia que tiene algunas peculiaridades realmente fascinantes. Otras, como el disparate del Brexit, son incomprensibles. Es bueno recordar que ha tenido graves consecuencias para el conjunto de las cuatro naciones que forman ese estado unitario, a pesar de las veleidades independentistas de los escoceses, que tiene como jefe de Estado al pintoresco y arrogante Carlos III. Esta fascinación es muy antigua y su sistema parlamentario inspiró a Cánovas del Castillo, aunque fue acompañado, desgraciadamente, del caciquismo. La estabilidad política, con algunos sobresaltos, ha sido ininterrumpida desde la Revolución Gloriosa de 1688. Es un país profundamente conservador, como pudimos constatar con las ceremonias organizadas con motivo del fallecimiento de Isabel II. Los británicos aman sus tradiciones y sienten la nostalgia imperial. Dentro de esas peculiaridades, que incluso llegan a ser excentricidades, tenemos ahora una nueva «guerra civil» en el seno del Partido Conservador. Los tories han optado por el suicidio político, porque las próximas elecciones serán una clara y contundente victoria de los laboristas. El enredo es tan enorme que no lo remontaría ni un Churchill revivido.

No ha tenido que pasar mucho tiempo para que los tories se dieran cuenta del error que cometieron eligiendo a Liz Truss como primera ministra. En un mes y medio ha destituido a su ministro del Tesoro, Kwasi Kwarteng, y ha renunciado la titular de Interior, Suella Braverman. No tuvo más remedio que retirar su plan de recortes masivos de impuestos y su popularidad está bajo mínimos. Es posible que consiga ser la primera ministra más breve de la Historia si los diputados encuentran la fórmula para destituirla. Ha sido patética con sus disculpas y es evidente que no es la sucesora de Thatcher. En un nivel de incompetencia sin parangón. La rebelión contra Boris Johnson, que es tan pintoresco como carismático, fue un grave error. No hay más que ver lo que ha sucedido. Me temo que el conservadurismo se impuso a la hora de elegir entre Truss y Sunak. He de reconocer que me gustaba Penny Mordaunt, pero solo porque su nombre parece surgido de una película. En cambio, Sunak es el típico producto de las elites, con una excelente formación y casado con una multimillonaria, pero me temo que su origen indio influyó en su contra.