Editorial

Cargados de razones contra el sanchismo

Para España es una hora crítica. No está escrito ni garantizado que la libertad sea para siempre. Hay que defenderla de sus enemigos

Un día después de la Conferencia de Presidentes de Barcelona, el poder autonómico y los líderes políticos convenían en que el ambiente político es asfixiante e irrespirable. De la autoría de Pedro Sánchez en este clima de toxicidad pública que todo lo emponzoña da idea su veto general a todas las propuestas que los barones regionales formularon en el cónclave. Ni una le generó alguna clase de consideración y reflexión. Nada. El presidente lo rechazó todo porque la anulación del adversario, sea cual sea el ámbito, incluso las voces que aún chirrían en su partido, es su manera de conducirse en la política. Sánchez ha recorrido ya el camino que convierte a un demócrata en origen en una personalidad despótica que interpreta el poder con rasgos del totalitarismo democrático. Así que, en efecto, Moncloa ni quiere acuerdos ni los persigue con la oposición, porque la oposición es una pieza de su tablero que le sobra en otro rasgo de la deriva bolivariana que tanto le seduce. Tampoco desvelamos nada cuando constatamos que la izquierda populista que encarna sin matices Moncloa sintoniza más con el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla que con la Unión Europea. Por esa razón, la degradación de la democracia en nuestro país, guiada desde la institucionalidad sanchista, nos está alejando de los estándares comunitarios que rigen los estados de derecho de nuestro entorno para converger con los regímenes de eso que denominan democracias populares sin libertades ni garantías. Hoy, Alberto Núñez Feijóo ha convocado a la ciudadanía a una gran protesta contra el gobierno de la corrupción y las cloacas, de las mentiras y el fraude, del muro y la exclusión, de la anti España y el privilegio para los enemigos de la nación, de la derogación constitucional, de la colonización de las instituciones del Estado y de una letanía de infamias concretas en el día a día para las que este texto se queda corto. Así que entendemos y compartimos que la movilización en Madrid está cargada de razones. El pueblo debe hablar con rotundidad cuando el poder pretende silenciarlo y hasta arrumbar la soberanía nacional al papel de un convidado de piedra y no la fuente de autoridad suprema que le confiere la Constitución. Los políticos no son titulares de la voluntad ciudadana y su condición y competencia lo son por delegación. Quienes se desempeñan al margen de la sociedad, o directamente contra ella, en un ejercicio espurio de un poder temporal, merecen ser removidos y sus responsabilidades fiscalizadas. Los límites de la legitimidad se construyen a diario con el respeto a la legalidad y las reglas del juego. No hay democracia sin demócratas al mando. Sánchez no convocará elecciones, lo aguantará todo porque cree que lo que le aguarda es mucho peor. Para España es una hora crítica. No está escrito ni garantizado que la libertad sea para siempre. Hay que defenderla de sus enemigos.