
Marta Robles
¿Cuántos pedófilos hay?

Leo la información sobre ese operativo internacional para la identificación de niños víctimas de abusos sexuales, en una acción coordinada por Europol y desarrollada por la Haya, en la que participan las policías más comprometidas del mundo, entre ellas la española, y no puedo evitar echarme las manos a la cabeza. ¿Cuatro millones de fotografías? Pero, ¿cuántos pedófilos hay en el mundo? Me cuesta trabajo pensar que sean tantos. Que haya millones ocultos en el planeta y que hayan encontrado en la red el mejor de los lugares para moverse con total soltura y completa impunidad. Pero claro, el ciberespacio está poco y mal regulado. Y su legislación, en todo caso, siempre parece proteger a los malos y dificultar el trabajo a los buenos. Por eso la policía de delitos informáticos tiene las manos aún más atadas que en el mundo real y se encuentra incapacitada para actuar. Así, mientras los que abusan gravemente de los menores y trafican con el material correspondiente y los consumidores de este tipo de pornografía protegen entre si sus identidades en foros de internet, utilizando todo tipo de recursos técnicos ilegales, los policías no pueden infiltrarse en la red haciéndose pasar por menores, para que no les acusen de ser incitadores al delito. Son tantas las trabas con las que se encuentran para poder realizar su tarea que estamos hartos de ver cómo se desarticulan tramas pedófilas un día y al siguiente se vuelven a articular.
Así las cosas, y viendo los peligros, corresponde advertir a los padres de que su atención a los menores es imprescindible, de que los malos acechan y de que los buenos no tienen armas suficientes para contrarrestar sus movimientos.
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