Manuel Coma

Grillo y el voto protesta

La política y sus protagonistas, que llaman la «casta», están en Italia todavía más desprestigiados que entre nosotros. En las pasadas elecciones del 24 y 25 de febrero recibieron un sorprendente varapalo en forma del éxito espectacular del Movimiento Cinco Estrellas, que se presentaba por primera vez a los comicios, aunque hacía ya varios años que lo había fundado el cómico Beppe Grillo, cuyo humorismo se ha basado durante años en escarnecer el sistema. Fue un voto de protesta donde los haya, pero al día siguiente algunos empezaban a arrepentirse, a la vista de los humos que se daba el líder, el cual, por tener ciertos antecedentes penales debido a un accidente de coche, no había podido presentarse. Los suyos, reclutados a toda prisa y sin apenas más programa que el «no» a todo, quedaron por muy pocas décimas como el partido más votado. Luchaban contra los dos principales exponentes del sistema, el Pueblo de la Libertad de Berlusconi por la Derecha y el Partido demócrata por la izquierda, cada uno con una coalición que superaba al Movimiento. Asentados en sus escaños, apropiándose incoherentemente de puntos programáticos a diestra y siniestra, y teledirigidos por un Grillo cada vez más gesticulante y enfático, su inmaculado negativismo no ha hecho más que mostrar un carácter desesperadamente destructivo, forzando, finalmente, el entendimiento de los dos tradicionales enemigos, unidos en una gran coalición en la que el país ha puesto grandes esperanzas pero temerosas y contenidas expectativas. Mientras, Grillo clama que se ha ignorado a la cuarta parte de los votantes, en retroceso continuo según las encuestas, en una patética exhibición de su desprecio por los mecanismos democráticos. Si sus alaridos han inspirado al protagonista de los disparos, el Movimiento ha tocado fondo