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Pedro Sánchez: Empata, pero gana

La derechita tontita volvió a pifiarla. En lugar de aliarse contra Sánchez, en el primer tramo del debate se enzarzó en una lucha fratricida. Rivera y Abascal, como un solo hombre, contra Casado. Globalmente, porque los dos son conscientes de que, salvo sorpresa monumental, les va a ganar por goleada. Y muy específicamente el émulo naranjito de Kennedy que se teme muy mucho que el treintañero palentino lo conduzca el domingo al Inem de la política metiéndole no menos de 60 diputados. Cualquiera diría que Abascal lleva toda la vida en primera línea de la política nacional porque de los cinco fue el más calmado, el único que jamás perdió la sonrisa, en definitiva, el más sólido en las formas y memorable en sus zascas al hijo putativo de Maduro, Iglesias. El socialista acudió con la lección aprendida en las tres convocatorias anteriores. No entró como elefante en cacharrería a cada acometida del rival, fue fiel a su hasta la fecha rentabilísimo estilo embustero y, consecuentemente, mantuvo el tipo y empatando, ganó. Casado fue de menos a más con ese estilo de hombre de Estado que ha multiplicado casi por dos sus expectativas. De Rivera, mejor ni hablamos. Al antaño orador número 1 le arruinó la hiperventilación. Salió como entró: en perdedor.