
César Vidal
SIXTO IV, el papa protector de artistas

había nacido en el seno de una familia pobre y además, fue educado por una orden mendicante como los franciscanos de la que acabó siendo general. En teoría, Sixto IV, Papa desde el 9 de agosto de 1471, no debería de haber mostrado un especial interés por las bellas artes, dada la austeridad en que se había desarrollado su vida. Sin embargo, lo cierto es que sucedió exactamente lo contrario. Las razones de su extraordinaria labor de mecenazgo no han quedado nunca bien establecidas. Algunos han apuntado a su fracaso en el proyecto de cruzada contra los turcos, a las graves dificultades económicas por las que atravesó la Santa Sede durante su pontificado o incluso a problemas de carácter familiar. Supuestamente, según estas teorías, habría encontrado en la belleza artística un respiradero para sus tribulaciones. Sea como sea, lo cierto es que su nombre iba a quedar vinculado a una de las capillas del Vaticano. En 1481, el Papa dio la orden al pintor florentino Botticelli de que se dirigiera a Roma. El pintor obedeció los deseos papales y, por añadidura, se hizo acompañar de los también florentinos Domenico Ghirlandaio y Cosimo Rosselli y del perusino Pietro del Perugino. La misión que recibió Botticelli fue la de decorar con frescos los muros de la capilla dedicada a la elección de los papas. Bajo la atenta mirada del Papa, el plan para la magna obra se realizó en un periodo de tiempo extraordinariamente breve, los once meses que fueron de julio de 1481 a mayo de 1482. En teoría, la capilla tendría que haberse visto cubierta por dos ciclos de pinturas relacionadas con Moisés y Cristo. De hecho, Botticelli llegó a pintar tres escenas donde aparecía la vida de Moisés, la tentación de Cristo y el castigo de Coré, así como algunos retratos de papas. Sin embargo, el 12 de agosto de 1484, Sixto IV falleció sin ver terminada la obra que quedaría a merced de la resolución de otros pontífices y del talento de otros artistas. Con todo, su nombre permanecería vinculado de manera indisoluble a su proyecto. La capilla, de merecida fama universal, recibiría el sobrenombre de Sixtina.
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