Manuel Coma

Terrorismo en El Sinaí

El Sinaí lleva años transformándose en el salvaje este de Egipto. Un triángulo desértico de 60.000 km2, mayor que Aragón, al otro lado del canal y golfo de Suez, con medio millón de habitantes, era conocido por su referencia bíblica y sólo recientemente por los encantos turísticos de sus costas, pero cada vez más como nido y escuela de terroristas emparentados con Al Qaida. Los beduinos que deambulan por aquellos áridos parajes son expertos contrabandistas y musulmanes tradicionales abiertos a la propaganda yihadista, especialmente si llega acompañada de algún incentivo financiero. El Cairo nunca ha controlado gran cosa a estos súbditos tribales, tan distintos de los pobladores del Nilo. Dentro de un agujero negro informativo, se supone que los profesionales de la bomba llegados de todas partes se cuentan por miles, pasando muy posiblemente de la decena. La frontera con Israel ha sido su objetivo preferido, pero soldados y policías del llamado «estado profundo» egipcio, el régimen militar, se están convirtiendo en blancos de elección. Un potente chorro de armas ha estado llegando desde Libia, a través del delta. Los Hermanos Musulmanes no han sido ajenos. El último ataque puede haberse preparado antes de la gran represión o puede ser una venganza. Otros muchos vendrán.