Canela fina
Un Congreso de derechas hará presidente a Sánchez
«A pesar de la reacción de la sociedad española, Sánchez mantiene su codicia de poder»
En el actual Congreso de los Diputados, los partidos de centro derecha (PP, PNV, CC, Junts y Vox) suman 184 escaños; los de izquierdas (PSOE, Sumar, Bildu, ERC y BNG) 166. Se trata de cifras incontrovertibles.
Sin embargo, dentro de unos días, un Congreso de los Diputados de centro derecha hará presidente a Pedro Sánchez, el líder socialista que formará un Gobierno de Frente Popular al que ahora llaman social comunista. Y ello ¿por qué? La explicación no puede ser más clara. PNV y Junts, partidos de derechas, han acentuado su independentismo radical, llegando a la conclusión de que el Partido Popular no haría concesiones y el PSOE sanchista, liderado por la codicia de poder de Pedro Sánchez, ha demostrado estar dispuesto a postrarse de hinojos ante el rebenque secesionista y ceder en cuanto le exijan. A cambio de la impunidad judicial, de abultadas cantidades económicas y otras prebendas, el sanchismo ha comprado los votos necesarios para ganar la investidura.
Este despropósito, que a todos nos zarandea, se ha tropezado con el desdén de los barones históricos del PSOE, encabezados por Felipe González, y por algunos dirigentes actuales como Emiliano García-Page. Además, se han sumado al rechazo los partidos de la oposición liderados por el PP, todas las asociaciones de jueces y fiscales, el Consejo General del Poder Judicial, destacados colegios profesionales, importantes despachos de abogados, las patronales más sólidas, relevantes agrupaciones de la Guardia Civil y la Policía Nacional, la inmensa mayoría de los presidentes autonómicos… Y el clamor de la opinión pública expresada en multitudinarias manifestaciones en toda España. Pedro Sánchez, sin embargo, ha decidido tirar para adelante y permanecer cómodamente sentado en su poltrona presidencial, la silla curul del palacio de la Moncloa.
Ante la incontenible reacción de una buena parte de la sociedad, sería lógico poner en marcha lo que ha propuesto Felipe González: que Pedro Sánchez renuncie a la investidura y que el Rey convoque elecciones generales, de forma que sea el pueblo español el que resuelva la crítica situación. Pero la solución razonable no entra en los cálculos de Sánchez, dispuesto a conceder todo lo que le pidan con tal de seguir en el machito, debilitando la economía nacional y engordando la deuda pública hasta situar a la nación al borde del precipicio y en medio de una crisis política sin precedentes.
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