El canto del cuco

Consenso y regeneración

El aún presidente en funciones parece más cómodo entendiéndose con Puigdemont, Otegui o Junqueras que con Feijóo

Hacía tiempo que uno no había leído un manifiesto tan oportuno y puesto en razón como el que ha hecho público la plataforma cívica «Consenso y regeneración» ante la endiablada situación política española. Lo suscribo, a pesar de mi habitual resistencia a firmar declaraciones colectivas, siendo consciente de que este noble deseo de restablecer la concordia quedará seguramente en papel mojado. Es un acto de patriotismo y de cordura, que pretende iluminar el panorama de cara a la investidura. Lo que propone el manifiesto es «abrir un proceso de diálogo (…) para forjar acuerdos de gobierno». Pide a los dos grandes partidos -PP y PSOE- cesar en el enfrentamiento a cara de perro y volver a «la cordialidad política», frente a la actual polarización que pretende dividir a España en dos bloques enfrentados e irreconciliables. Parece, desde luego, peligroso y contradictorio que la gobernabilidad dependa de las fuerzas extremistas e independentistas, que además han visto reducidos sus apoyos en estas elecciones. Y, por supuesto, el Gobierno no puede quedar rehén de un fugado de la Justicia.

Hay un mes largo por delante para el diálogo antes de votar la investidura de Alberto Núñez Feijóo. Está a cuatro votos de lograrlo en la primera tentativa, y a un puñado de abstenciones, en la segunda. Los sanchistas dicen que pierde el tiempo. Ya veremos. Puede ser, pero en un mes pueden pasar muchas cosas. Especialmente en Cataluña. Lo que se pide, por lo pronto, para lograr la estabilidad de las instituciones es un «diálogo constructivo» para forjar acuerdos trasversales sobre los grandes asuntos de Estado. Pero, sobre todo, «dejar atrás las tendencias del pasado ciclo político que han incrementado la polarización, han dado lugar a bloqueos políticos y han deteriorado nuestra democracia sometiéndola a un acentuado estrés institucional».

Es seguro que el candidato popular lo va a intentar en la ronda de conversaciones que iniciará el lunes con las distintas fuerzas políticas. Habrá que tomar nota de cuál es la respuesta de Pedro Sánchez, que no parece dispuesto a que haya un cambio de ciclo, ese cambio que solicitan el manifiesto y el electorado. Hasta ahora el ganador de las elecciones sólo ha recibido desprecios del líder socialista y de su entorno. El aún presidente en funciones parece más cómodo entendiéndose con Puigdemont, Otegui o Junqueras que con Feijóo. Ese es el problema. Lo saben los históricos del PSOE y los dirigentes regionales del partido. Lo lamentan en privado, pero no se atreven a denunciarlo en público. Serán culpables de que este acuciante y razonable llamamiento se pierda en el vacío.