Eleuteria

Depósitos estables

Resulta razonable preguntarse si experiencias como las de EEUU es fácil que se reproduzcan en Europa y, más en concreto, en España

El sistema financiero de EEUU ha perdido 600.000 millones de dólares en depósitos durante el último año. Se trata de una caída que equivale a aproximadamente la mitad de los depósitos del sistema bancario español. Aunque una parte de semejante minoración del volumen de depósitos se deba a las políticas de restricción cuantitativa de la Reserva Federal, otra parte está claro que ha venido provocada por la fuga de tales depósitos hacia fondos del mercado monetario (que ofrecen rentabilidades muy superiores a las de la banca estadounidense) y también hacia la deuda pública (por razones similares). A su vez, el pánico gestado alrededor de la banca regional del país (cuyo epicentro ha sido el Silicon Valley Bank) también ha contribuido a alimentar las salidas.

Ciertamente, el dato invita a la preocupación porque, si el sistema bancario de un país comienza a desangrarse por el lado de los depósitos, las entidades financieras experimentarán importantes pérdidas y, en última instancia, su misma supervivencia estaría en jaque. Siendo así, resulta razonable preguntarse si experiencias como las de EEUU es fácil que se reproduzcan en Europa y, más en concreto, en España. Y lo cierto es que los pánicos bancarios pueden ocurrir en cualquier momento incluso sin que exista una razón demasiado fundada para ello: así que no vamos a analizar lo que podría ocurrir en medio de una ola de miedo irracional, sino de lo que, partiendo de la situación actual de la banca, es razonable pensar que ocurra. Así, un indicador para medir cuán estables son los depósitos de un sistema bancario (y, por tanto, cuán susceptibles son a experimentar fugas descontroladas) es lo que la regulación bancaria de Basilea III denomina precisamente «depósitos estables»: a saber, depósitos de particulares, asegurados por un fondo de garantía de depósitos que, o bien sean fruto de una relación contractual consolidada con el banco (por ejemplo, hayan sido originados en un préstamo hipotecario) o bien se empleen como cuenta corriente. Pues bien, casi el 70% de todos los depósitos de la banca española son depósitos «estables» en el sentido arriba apuntado. Se trata de una ratio superior a la de otros países como Bélgica, Suecia, Portugal, Austria, Irlanda, Reino Unido o Alemania. Lo que significa que, al menos desde ese lado, nuestro sistema bancario cuenta con papeletas para ser más estable que estos otros. No obstante, si llegáramos a una vorágine global del «sálvese quien pueda», las consecuencias resultarían imprevisibles.