Sin Perdón
El “dinamitero” Pablo Iglesias
«Prefiere un gobierno de PP y Vox para volver a las prácticas bolcheviques que tan grato le resultan»
Hay quien pudiera creer que la estrategia de Iglesias es desconcertante, pero se equivocaría porque es muy previsible. Es coherente con su errática trayectoria. Esa capacidad destructiva tiene un curioso toque frívolo. Estamos ante un comportamiento caprichoso que le ha conducido a dilapidar el caudal político que había alcanzado. Ahora lidera en la sombra un ejército que huye del campo de batalla tras sufrir varias derrotas aplastantes. El primero que emprendió la huida fue Iglesias, que se aburría como vicepresidente y fracasó como candidato en las autonómicas madrileñas. A pesar de ello, ha mantenido con mano férrea el control de Unidas Podemos y ha impulsado el enfrentamiento con Yolanda Díaz. El problema es que no quiere ni amigos ni colaboradores, sino fieles acólitos que sigan sus instrucciones. Esto provocó una primera ruptura en el espacio electoral con la salida de Errejón y la creación de Más Madrid. Ahora le hace la vida imposible a la vicepresidenta e intenta que Sumar sea una marioneta a su servicio.
A estas alturas dudo de que quiera la continuidad de Sánchez tras las elecciones y creo que prefiere un gobierno del PP con el apoyo de Vox para volver a las prácticas bolcheviques que tan grato le resultan. No hay que olvidar que tiene la mirada puesta en lo que ha sucedido en Iberoamérica y su sueño es la presidencia de la Tercera República. Por ello, necesita el fracaso de Sánchez y Díaz, así como la radicalización de la política española. Lenin era un personaje irrelevante y el líder un pequeño partido que consiguió el poder gracias a la crisis provocada por la descomposición del régimen zarista y el fracaso de Aleksandr Kerenski y el príncipe Gueorgui Lvov. Lenin acabó, también, con los mencheviques e impuso una brutal y criminal dictadura. Iglesias es un bolchevique y populista de manual, aunque adaptado, como sus colegas iberoamericanos, a este milenio. Nunca ha aceptado a los disidentes, como Díaz o Errejón, y abomina de la moderación, el diálogo o los pactos. Ahora quiere ejercer de «dinamitero» político, algo que ha practicado siempre con notable habilidad. Por ello, quiere acabar con Sánchez y los modernos «mencheviques» de Sumar, Más País y otros disidentes que son un estorbo para sus planes.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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