
Sin Perdón
¿Está animado Sánchez?
«El problema para Sánchez y sus seguidores es que me temo que se han tomado en serio la chapucera encuesta de Tezanos»
España entera se pregunta si lo está. No se habla de otra cosa. Hay que empatizar con su estado, ya que tiene por costumbre trasladarnos este tipo de cuestiones. No hay duda de que es algo fundamental en su vida y una preclara expresión de un entrañable egocentrismo. Los sesudos analistas y politólogos del sanchismo han glosado su ingenio cuando dijo «ánimo, Alberto». Con esa frase eclipsa a Lope de Vega, que era llamado «El Fénix de los Ingenios» por su extraordinaria y prolífica creatividad, así como a cualquier autor desde el Siglo de Oro. Es un portento. Los activistas del NO-DO que ha organizado RTVE lo ven, efectivamente, como una especie de superhéroe surgido de los cómics de Marvel o incluso de la mitología greco-romana. Sánchez necesita un Cervantes que le califique como un «monstruo de la Naturaleza», que es como denominaba a Lope. Con ese «ánimo, Alberto», Feijóo está acabado y el Hércules de nuestro tiempo lo ha sentenciado. Una frase para la Historia. No pudo ser más demoledor. No sé qué dirían los edecanes del sanchismo si la frase hubiera sido un poco más larga. El problema para Sánchez y sus seguidores es que me temo que se han tomado en serio la chapucera encuesta de Tezanos.
A estas alturas y tras la pasarela de puteros en que se ha convertido el Supremo, creo que Sánchez necesita estar animado ante su comparecencia en el Senado. Por más que insista en que preside el Gobierno más decente de Europa, debería ser menos autocomplaciente y podría haber dicho uno de los más decentes. El magnífico diccionario de la Academia Española define este término como «honesto, justo». Lo que conocemos sobre el Ministerio de Fomento durante los años de Ábalos muestra que estaba lejos de ser honesto y lo mismo se puede decir del PSOE. El trasiego de dinero y prostitutas le alejan, desgraciadamente, de esa definición. No diría que es un Gobierno justo con aliados como los independentistas y los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA. No lo es con sus reprobables simpatías hacia regímenes autoritarios y sus vínculos con la izquierda radical iberoamericana. No lo es con sus constantes ataques a la separación de poderes y su impúdico asalto a la Administración y al sector público empresarial.
Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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