Editorial

Una huelga política contra el ciudadano

La izquierda tendrá hoy la foto y la propaganda oficial hará el resto, pero nada más

La izquierda sale hoy a las calles de Madrid en defensa de la Sanidad pública o al menos esa es la convocatoria. Como a casi nadie se le escapa a estas alturas de la contienda política en la región capitalina, con el Gobierno de España al completo y el resto de sus socios en continua campaña de acoso y derribo al adversario, el objetivo de toda la estrategia no es otro que acabar con Isabel Díaz Ayuso y el proyecto popular que encarna y que ha sido refrendado reiterada y mayoritariamente por los ciudadanos. El activismo callejero se ha convertido en el programa y el mensaje al votante de socialistas, comunista y populistas en este territorio en cada lid electoral. Lo de calentar los espacios públicos es el recurso desesperado y torticero de aquellos que entienden que el fin justifica los medios contra el centroderecha. La evolución de la huelga indefinida de médicos de Atención Primaria y Pediatría en la Comunidad de Madrid, que arrancó en noviembre de 2022, es el paradigma de una política piquetera cimentada en el lema de cuanto peor, mejor. No seremos nosotros, porque ni siquiera lo ha hecho la administración, los que neguemos que la Sanidad madrileña no carece de problemas, especialmente relacionados con la falta endémica de profesionales que afecta a todo el Estado, como también nos parece de justicia reseñar que estamos ante uno de los mejores servicios de salud de Europa, con medios personales y materiales del máximo nivel y un esfuerzo y compromiso dignos de reconocimiento. El objetivo de todos, administración y profesionales, debería ser reconducir y solventar aquellos aspectos y prestaciones menos satisfactorios que demandan intervención. Pero muy pronto quedó claro que la protesta promovida y alentada por la izquierda sindical y política perseguía otros fines que eran básicamente partidarios, como prueban los audios privados de algunos de los convocantes y su propósito de prolongar el conflicto hasta los comicios de mayo. La huelga es hoy exclusivamente política y si hubo en algún instante un germen de legítima inquietud en el colectivo médico sobre condiciones más eficientes en las consultas y retribuciones más adecuadas, se ha desvanecido con la velocidad con que ha mermado el seguimiento del paro, en el menor nivel desde sus inicios, tan solo 1,39% del personal, en el turno de tarde del pasado jueves. El sindicato Amyts, que ha llevado la voz cantante, se ha encargado de frustrar un acuerdo que sus compañeros de otras comunidades alcanzaron con una oferta parecida o inferior a la planteada en Madrid. Ellos sabrán qué intereses defienden y a quién sirven. Desde luego, no parece que sea a los madrileños, a sus pacientes, sino al contrario, los utilizan con episodios como la bochornosa y coactiva recogida de firmas en los centros de salud. La izquierda tendrá hoy la foto y la propaganda oficial hará el resto, pero nada más. Su problema es que parece incapaz de pensar y conectar con la gente, presa de su sectarismo. Por eso, entre otras razones, caminan hacia otra debacle electoral.