Canela fina

Jorge Fernández

«Jorge Fernández, honrado a carta cabal, se mantuvo siempre a favor de la libertad y de la democracia pluralista plena»

A lo largo de mi dilatada vida profesional he conocido a muy pocos políticos tan serios, tan capaces, tan honrados, tan responsables como Jorge Fernández. Fue un excelente ministro, trabajador incansable, siempre atento a los intereses generales del pueblo español. Su voluminoso equipaje cultural, su formación universitaria, su sentido del deber vertebran la vida de un hombre que ha mantenido de forma constante una coherente ideología de profundo aliento espiritual. Leo sus artículos que, en medio de las oscuridades y los albañales al uso, brillan por su claridad y por su aliento moderado y constructivo. Siempre al servicio de la libertad, siempre al servicio de la democracia pluralista plena, siempre al servicio de la justicia social, Jorge Fernández ha pasado por la política nacional como un ejemplo de discreción y eficacia.

Calderón de la Barca escribió en La vida es sueño: «Porque el honor es de materia tan frágil que con una acción se quiebra, o se mancha con un aire». Y añade el gran escritor del siglo de oro: «Poco del honor sabía el legislador tirano que puso en ajena mano mi opinión, y no en la mía». Jorge Fernández padece ahora una persecución por completo politizada y que está dejando muchos jirones lamentables en las alambradas de la opinión pública. Sereno ante las injusticias, está claro que nunca tuvo móvil para secuestrar información. Siempre atento, como ministro, al interés público, se mantuvo por encima de mezquindades y de cuestiones menores.

Entre tantas actuaciones vidriosas como zarandean la política española, entre tantas corruptelas incesantes y tantas voracidades económicas, parece mentira que se pueda cuestionar a un hombre íntegro, de impecable trayectoria política en Cataluña y en el conjunto de España. Castelar afirmó que «una injusticia será siempre una injusticia, aunque la sancionen los jueces porque la ley positiva no puede hacer nunca que sea inmoral lo moral». Y estoy seguro de no equivocarme al afirmar que, en lugar de indignadas lamentaciones, Jorge Fernández repetirá día tras día la frase evangélica: «Rogad por los que os persiguen y calumnian».