Sin Perdón

Junts-PSOE: ¿Una ruptura auténtica o provisional?

«El descaro de Sánchez llega al extremo de asegurar que agotará la legislatura mientras pide elecciones en la Comunidad Valenciana»

Sánchez ha conseguido instalar en la política española y los medios de comunicación afines un profundo desprecio por Puigdemont y su partido. Una vez más han irrumpido los guionistas de La Moncloa para elaborar un relato que permita encajar todas las piezas y justificar la continuidad de una legislatura agónica. No hay duda de que se ganan el sueldo que les pagamos todos los españoles. No son asesores que trabajen en la sede socialista, sino que están en la presidencia del Gobierno para hacerlo al servicio de los intereses personales y partidistas de su titular. Nunca se había alcanzado el actual grado de confusión entre lo público y lo privado, porque la utilización del aparato del Estado es algo que define al sanchismo. Con la aparición de la fontanera y sus chantajes, presiones e intentos de soborno, tenemos unas cloacas que son una auténtica policía patriótica propia de esos regímenes populistas que tanto gustan a Sánchez y sus aliados. Puigdemont sabe muy bien cómo es el líder del PSOE y que no es una persona fiable. No se le escapa la campaña de descalificación permanente que ha sufrido, porque la maquinaria propagandística del sanchismo es espectacular.

Por ello, no hay que sorprenderse ante la imparable expansión de la idea de que todo es el habitual teatrillo o que estamos, como máximo, ante una estrategia de presión para aumentar el pago. Desde hace días se utiliza a Sílvia Orriols y a su partido ultraderechista para explicar que Junts camina al desastre en Cataluña y que sus alcaldes están presionando. En su día, el argumento era que al expresidente catalán solo le preocupaba su situación personal, aunque tras las elecciones casi lo convierten en el mayor estadista desde Churchill. Hay que reconocer que los sanchistas y su armada mediática son fieles seguidores de su líder. Es cierto que le cuesta una pasta, como podemos ver en los presupuestos de La Moncloa, los ministerios y el resto de órganos de la Administración. Ya se sabe que el dinero y los cargos son un buen acicate para la lealtad. Es algo tan viejo que nos podemos remontar a la Antigüedad.

Los políticos más lúcidos saben que en esta ocasión ni es un teatrillo ni es un intento de aumentar el pago. No creo que Orriols, que tanto gusta a la izquierda para perjudicar a Junts, sea la razón de la ruptura. No es casual que reciba tanta atención, ya que me recuerda lo sucedido en su día con Podemos y ahora con Vox. Sánchez necesita movilizar a sus votantes y su sueño es un gobierno del PP muy debilitado que esté condicionado por Vox hasta el punto de romperse la alianza, como sucedió esta legislatura en las coaliciones que existían en las comunidades autónomas. Por supuesto, le gustaría ganar las elecciones y poder gobernar, pero esa opción no se la toma en serio ni siquiera Tezanos. El propio Conde-Pumpido tiene prisa en dejar el cargo para ser consejero permanente de Estado y recibir el pago, como Judas, por sus servicios al sanchismo. El traicionar la Constitución y el Estado de Derecho bien merece 30 monedas de plata, que en este caso es un cargo vitalicio muy bien remunerado. Me imagino que nadie supondría que constitucionalizar algo tan indigno e inconstitucional como la amnistía sería gratis.

La ruptura es la consecuencia de las mentiras de Sánchez, así como su trilerismo. Hasta los más afines al acuerdo con el Gobierno socialista comunista han apoyado la propuesta de Puigdemont. No cuela el argumento de Urtasun de que Junts tiene que elegir «si quiere ser útil a Cataluña o al PP y Vox». Hace tiempo que se han dado cuenta de que los únicos beneficiados son Pedro Sánchez y Salvador Illa. Es cierto que los sanchistas y sus aliados, como el ministro de Cultura, siguen ese argumentario, pero su contenido es inconsistente y muy alejado de la realidad. En nada beneficia a Junts ser el tonto útil del sanchismo, porque al menos el PNV y Bildu están gobernando. El primero en el País Vasco y los territorios forales, mientras que el segundo lo hace, entre otros lugares, en Pamplona y, sobre todo, el partido ha sido blanqueado a pesar de estar controlado por los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA. A Sánchez le preocupa mucho el franquismo, que es irrelevante en la sociedad española, y no tiene ningún interés por la banda terrorista. No hay que olvidar que Franco es una de las piezas de su estrategia de radicalización y frentismo, aunque son tan incompetentes y ridículos que han sido incapaces de desarrollar un programa en esta materia. Ni saben historia ni son capaces de gestionar ni un puesto de pipas.

El descaro de Sánchez llega al extremo de asegurar que agotará la legislatura mientras pide elecciones en la Comunidad Valenciana. Es decir, incumple la Constitución no presentando los Presupuestos y se ha quedado sin una mayoría parlamentaria, pero no tiene la dignidad de plantear una cuestión de confianza o convocar elecciones como haría cualquier demócrata. El objetivo de reclamar esas otras elecciones es para seguir utilizando la catástrofe de la Dana y lanzar a la izquierda política y mediática contra el PP. Es lo que está haciendo en Andalucía hasta extremos realmente patéticos. La ventaja de ser un farsante es que no tiene ningún límite. Por ello, Puigdemont se ha convertido en un gran problema, que creo que será irresoluble, porque no tiene nada que perder. Le engañaron con una amnistía chapucera, así como en otras muchas cuestiones. Sánchez no le pudo meter en la cárcel como quería y dentro de la farsa está el justificar sus mentiras en que lo ha hecho por la convivencia en Cataluña. Me imagino que cuando pretendía acabar personal y políticamente con Puigdemont, no se rompería si lo hubiera conseguido. Ahora le tocará una larga agonía que ni siquiera el NO-DO de la sanchista RTVE y Tezanos con sus encuestas conseguirán paliar.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)