Oración

Entra al silencio

Textos de oración ofrecidos por Christian Díaz Yepes, sacerdote de la archidiócesis de Madrid

 Cristo Yacente de Gregorio Fernández (1631 – 1636)
Vencer al tentador Catedral de Segovia

Rostro plácido y bellísimo de Cristo después del doloroso triunfo de la Cruz y que quiere ocultarse en el sepulcro… Enciérrame, ocúltame contigo, Señor.

San Rafael Arnáiz.

Este es el día de entrar al silencio.

Porque después del grito en la cruz que reunió todos los nuestros, Dios hizo silencio.

Cristo, que pronunciaba palabras como jamás persona alguna, fue haciendo cada vez más penetrante su silencio hasta el silencio del sepulcro.

Habíamos mandado callar a Dios, y Dios calló. La Palabra creadora se dejó matar e hizo este silencio.

“Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado. ¿Cómo podríamos reconfortarnos, los asesinos de todos los asesinos? El más santo y el más poderoso que el mundo ha poseído se ha desangrado bajo nuestros cuchillos…”, vocifera un obcecado por el cúmulo de sus pasiones sin sentido1.

Pero no fue sentencia humana la que se cumplió en él. Quia ipse voluit, “Porque él quiso” (Isaías 53, 7). Su Pasión no fue el accidente de todas las humanas pasiones. “Nadie me quita la vida. Yo mismo la doy” (Juan 10, 18).

Porque el mayor asesino no puede ser más fuerte que el amor que asalta y desarma a la muerte en su propio terreno:

“Cuando un silencio apacible lo envolvía todo y la noche llegaba a la mitad de su carrera, tu palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono real, cual guerrero implacable, sobre una tierra condenada al exterminio; empuñaba la espada afilada de tu sentencia irrevocable” (Sabiduría 18, 14-16).

El silencio del sepulcro fue el marco de esa palabra decisiva. Por eso hoy calladamente te invita también a ti: Entra al silencio. Que allí llegues a la aceptación consciente y libre sin la cual nada de tu vida tendría sentido. Lo tendrá cuando lo mires todo desde él, y como él lo aceptes: quia ipse voluit.

Porque Cristo entra al sepulcro para sacarte a ti del tuyo. Aun en el más crudo encierro, con nuestros miedos y ansiedades, con todo lo que bulle en nuestras mentes y nos impide ser libres. Con tantas palabras en confusión que nos hacen sufrir por lo que no entendemos ni llegamos a aceptar, él nos sigue esperando y nos invita: Entrad al silencio.

Christian Díaz Yepes,

Javier Suárez, monje de Leyre.