La renuncia de Benedicto XVI

Un ermitaño en pleno corazón de la Ciudad del Vaticano

El complejo, moderno pero simple, cuenta con biblioteca, capilla, coro y un huerto
El complejo, moderno pero simple, cuenta con biblioteca, capilla, coro y un huertolarazon

Vivir retirado, en soledad, casi al modo de un ermitaño, como cumpliendo exactamente los pasos dados por Celestino V, el Papa eremita que regresó del tráfago vaticano a la soledad más absoluta. Así será la nueva vida de Joseph Ratzinger a partir de, aproximadamente, el mes de marzo, cuando se cumpla su relevo al frente de la silla de San Pedro. Pero antes de apartarse al monasterio «Mater Ecclesiae», una abadía ubicada en la propia ciudad del Vaticano, Benedicto XVI vivirá en la residencia papal de Castelgandolfo, a donde se dirigió ayer mismo tras su sorprendente anuncio. De este palacio a orillas del Lago Albano en el que los pontífices acostumbran pasar sus vacaciones, Joseph Ratzinger, ya «antiguo» Benedicto XVI, volverá al Vaticano, pero en circunstancias bien distintas. El Papa intelectual y estudioso, el teólogo calmo y meditativo, vivirá los próximos años lejos de los focos y las masas, en un complejo construido en 1992 a instancias de Juan Pablo II, quien quiso fundar una comunidad de monjas contemplativas en pleno corazón del poder eclesial. Allí, residían hasta hace pocos meses ocho hermanas de clausura, siete de ellas españolas y una italiana. La hermana María Begoña Sancho Herreros, burgalesa, era la superiora de esta comunidad de visitadinas, entre las que se contaban sevillanas, vallisoleanas o madrileñas. Este grupo de contemplativas llegó al complejo vaticano hace tres años, por lo que su período en el «Mater Ecclesiae» ya expiró. Por aquí ya han pasado en rotación comunidades carmelitas, benedictinas, clarisas y salesas. El nuevo destino del Papa se corresponde con un edificio de corte moderno pero de arquitectura simple, organizado en cuatro niveles. En la planta baja y en el sótano se encuentran la capilla y el coro; arriba, en las plantas segunda y tercera, existen doce celdas y una biblioteca. Ubicado en una colina, se accede a través de unas rampas o una escalera. Dispone de un huerto aledaño, que suele ser trabajado por las monjas de clausura. En el entorno inmediato al complejo se encuentran los jardines vaticanos y la sede de la radio vaticana. Un remanso de paz al lado de San Pedro. Tan cerca y tan lejos de su anterior vida como Pastor de la Iglesia.