Sociedad

Emociones

La falta de empatía también es biológica

No es solo cuestión de educación. La dificultad para comprender los sentimientos de otra persona y ponerse en su lugar tiene un componente genético.

Ansiedad, nerviosismo, creatividad, empatía son algunas de las emociones que experimentan con más intensidad durante su vida educativa y más, ahora en la era poscovid-19.
Ansiedad, nerviosismo, creatividad, empatía son algunas de las emociones que experimentan con más intensidad durante su vida educativa y más, ahora en la era poscovid-19.PEXELS

La empatía es una emoción que asegura nuestra permanencia como sociedad, ya que nos permite percibir o inferir en los sentimientos, pensamientos y emociones de los demás. Lo que hacemos cuando desarrollamos esta emoción es reconocer al otro como similar, es decir, como un individuo igual a nosotros pero con mente propia. Por eso, la falta de ella es algo poco comprensible para la mayoría y una gran discapacidad que, en algunas personas, puede llegar a desencadenar agresividad o violencia. La investigación en el ámbito emocional establece que las causas de esta carencia pueden estar asociadas a muchos factores, desde la privación de afecto a lo largo de la infancia a la vivencia de abusos físicos, psíquicos y/o sexuales, pasando también por diversos cuadros y problemas neurológicos, del neurodesarrollo o psicológicos.

En el ADN

Sin embargo, una investigación reciente, llevada a cabo por la Universidad de Cambridge, el Instituto Pasteur, y la compañía estadounidense 23andMe, dedicada al diagnóstico genético, se centró en analizar el ADN de 46.861 personas para comprobar si existía algún gen por el que algunos sujetos tuvieran mayor habilidad para comprender a otras personas y sentir como suyas sus emociones. De las entre los 10 millones de variantes genéticas que valoraron, el 10% podrían explicar la falta de empatía, y el 90% restante correspondería a factores no genéticos, es decir, de educación, aprendizaje y experiencia vital. El trabajo también reveló otros datos como que las mujeres son más empáticas que los hombres, una característica que no se debe a nuestro ADN sino a factores biológicos, como la influencia de la oxitocina o la socialización.

Personas vulnerables

En esta línea, un nuevo estudio ha mostrado que los pacientes con trastornos de la conducta alimentaria y de la personalidad presentan también alteraciones en la empatía, además de hipersensibilidad al rechazo. En el trabajo, llevado a cabo por la jefa de la Unidad de TCA del Hospital Clínico San Carlos y presidenta de la Sociedad de Psiquiatría de Madrid, Marina Díaz y el jefe de la Unidad de Trastornos de la personalidad del mismo hospital, José Luis Carrasco, se identificó que las personas que sufren anorexia y bulimia nerviosa muestran esta carencia, lo que dificulta sus relaciones interpersonales y les hace más propensas a centrarse en sí mismas.

Desde el punto de vista neurobiológico, la clave es que los investigadores han identificado que ambas características pueden estar relacionadas con una disfunción de la respuesta inflamatoria y de los parámetros de estrés oxidativo. En concreto, en las personas con TCA se detectó un fenotipo proinflamatorio y oxidativo, que se manifiesta por un aumento de los niveles de factor de necrosis tumoral alfa (TNF-), que no tenían las personas sanas.

Hiper empatía

En el lado emocional opuesto está otro problema de conducta que se conoce como síndrome por exceso de empatía o desgaste por compasión y es el que tienen muchas personas que se sienten “engullidas” por los problemas de los demás, que llegan a sentir como propios. Se trata también de un trastorno de personalidad dado que se experimenta como un patrón persistente de malestar e incapacidad para funcionar a nivel social, personal y laboral. Desde el punto de vista social, este comportamiento es el que está detrás de los fanatismos políticos o religiosos, en los que la persona pierde su singularidad para adecuarse a lo que demanda el grupo.