Opinión
Infancia, autoestima y suicidio
Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y OPS y ex Ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.
Atendiendo a los datos prepandemia de 2019, la tasa global de suicidios en niños y niñas entre 10 a 14 años había aumentado del 0,5% a un 2% en dos décadas. Esta tendencia se ha exacerbado tras la irrupción de la pandemia de Covid-19 en 2020, evidenciando que los desafíos han aumentado, de modo que la salud mental, también en niños y niñas, se ha convertido en una crisis de salud emergente.
Las sociedades no están programadas para la muerte de los niños y niñas, menos por causa de suicidio; por lo que sobre este problema de Salud Pública y fenómeno social pesa el tabú de forma más severa cuando se trata de la infancia. Sin embargo, parte de la solución es transparentarlo y tomar conciencia de ello.
La depresión, la ansiedad, los trastornos alimentarios, etc. pueden estar en el origen de un comportamiento suicida en la infancia. Pero quiero llamar la atención sobre algo mucho más peligroso como potencial factor de riesgo, y más sutil, como es la baja autoestima. Ésta tiene más probabilidades de ser un factor de riesgo para la ideación suicida que todos los otros factores, y quizás no sea tomada tan en serio por el entorno del niño o niña.
Los miembros de la familia, amistades y profesorado deben considerar seriamente los signos de baja autoestima del niño o niña, e intentar comprender su raíz. Además, se debe trabaja en los factores de protección, en el sentido de construir una sociedad más compasiva y empática; que anteponga los valores de la colaboración por encima de la competición. Y que apueste por el respeto a la diversidad y la igualdad.
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