Opinión

Postpandemia, pobreza y abolición de la prostitución

Carmen Montón es embajadora Observadora Permanente de España ante la OEA y la OPS. Ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social

Ambiente de prostitución en la colonia Marconi, en el distrito de Villaverde (Madrid).
Ambiente de prostitución en la colonia Marconi, en el distrito de Villaverde (Madrid).Alberto R. Roldán / Gonzalo Perez MataLa Razon

Ahora es el momento más que nunca de abolir la prostitución y combatir todas las formas de explotación sexual, incluidas aquellas que ejercidas de forma virtual (en auge y en un exponencial crecimiento en tiempos de pandemia) y la pornografía. La Covid-19 ha hecho retroceder los índices de desarrollo en todo el planeta.

África ha sido duramente golpeada, y América Latina ha retrocedido una década en la lucha contra la pobreza. El contexto empuja la migración forzada por falta de oportunidades, conflictos o catástrofes naturales y a pesar de las restricciones de movilidad por el «quédate en casa» frente a la pandemia, las redes de tráfico y trata de personas no se han detenido. Si analizamos esto detenidamente vemos rostros de mujeres y niñas, también niños, que están en una situación de especial vulnerabilidad, porque al riesgo de explotación laboral, suman el de la sexual.

La trata de personas es el tercer negocio ilícito, más lucrativo del planeta, y en España la prostitución mueve alrededor de cinco millones de euros al día. No es tiempo de teorizar sobre supuesta «libertad de prostituirse», esto no es cierto; al contrario, las mujeres y niñas (también niños) que caen en estas redes están viendo gravemente vulnerados sus derechos y libertades. La pobreza es caldo de cultivo para la explotación de todo tipo, y en el caso de mujeres y niñas especialmente la sexual.

Si no queremos que esa sea su expectativa de futuro debemos cortar en seco con la equidistancia social y legal, y abolir la prostitución, prohibir los locales donde los delincuentes se trasforman en «empresarios de ocio» y dejar de ser condescendientes con los puteros, siguiendo la máxima del mercado de que sin demanda no hay oferta.