Alimentación

Por estas razones la copa de cerveza y de vino sí son saludables en la mesa

El consumo moderado de las bebidas fermentadas, siempre acompañado de un menú saludable, es una alternativa favorable por su efecto protector en la salud cardiovascular y metabólica

Por estas razones la copa de cerveza y de vino sí son saludables en la mesa
Por estas razones la copa de cerveza y de vino sí son saludables en la mesaAntonio Cruz

La polémica está servida sobre la mesa y el debate a flor de piel después de la controvertida pretensión del Ministerio de Sanidad de proponer la censura del consumo de alcohol en el menú del día de los restaurantes de nuestro país bajo el paraguas de la nueva Estrategia en Salud Cardiovascular. La sugerencia propuesta invitaba a «colaborar con establecimientos de restauración para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable –sin incluir en ella el consumo de alcohol–». Y es precisamente esta última coletilla la que levantó todas las alarmas, pues supondría vetar la ingesta moderada de cerveza y de vino, tal y como desveló LA RAZÓN el mismo día que el documento se presentó en el Consejo Interterritorial. Tras el revuelo provocado, Sanidad se ha visto obligada a rectificar la redacción del documento inicial y dejar que la decisión de ingerir ese tipo de bebidas o no recaiga únicamente sobre el propio consumidor, una medida que incluso la Ciencia avala.

«No se ha demostrado que el consumo moderado de vino o de cerveza durante las comidas sea perjudicial para la salud, siempre que se haga acompañado de una buena alimentación y en el contexto de un estilo de vida saludable. De hecho, tenemos estudios que nos permiten demostrar que la ingesta de alcohol en cantidades moderadas puede ser beneficiosa para la salud cardiovascular en la mayor parte de las personas», asegura Ascensión Marcos, profesora de Investigación del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

«Eso no quiere decir que se vaya a recomendar, de ningún modo, el consumo de alcohol de manera indiscriminada, pero sí que, en caso de optar por esa alternativa, cuando hablamos de adultos sanos, siempre se dé prioridad a las bebidas fermentadas frente a los destilados, que son muy dañinos para la salud. Resulta muy habitual que en un menú del día se incluya la opción de agua, vino, cerveza o refresco y el consumo de estos últimos en cantidades elevadas a lo largo del día sí se ha demostrado que tiene una grave repercusión en el desarrollo de la obesidad, con todo lo que ello implica, el riesgo de diabetes e incluso de algunos tipos de cáncer», advierte Marcos.

Consumo moderado
Consumo moderadoAntonio Cruz

Esta misma idea la defienden también desde la Sociedad Española de Cardiología, cuyo presidente, Julián Pérez-Villacastín, reconoce que «no hay nada mejor que una copa de vino durante la comida. Ahora mismo, no existen evidencias en contra de que se pueda consumir una o dos copas de vino al día. Hay, incluso, datos que podrían demostrar que esas cantidades moderadas de alcohol pueden ser beneficiosas para la salud cardiovascular en la mayor parte de las personas. Pero esto no quiere decir que la SEC recomiende el consumo excesivo de vino». Por ello, la investigadora del CSIC va más allá, pues lamenta que se hable de prohibiciones, «porque si vamos a vetar algo, empecemos por el tabaco, que verdaderamente se ha visto que resulta muy perjudicial para el organismo, o los alimentos ultraprocesados... Resulta muy incongruente quitar del menú la cerveza y el vino cuando lo realmente importante es cuál es el tipo de comida que se da y qué tipo de cocción se usa. Si vamos hacia un modelo de prohibiciones, que se haga bien, pero mientras tanto lo más importante es educar a la población».

Evidencia científica

Hace años que la Ciencia catalogó como «paradoja francesa» el hecho de que nuestros vecinos del norte tuvieran menos mortalidad por enfermedad coronaria que el resto, a pesar de la mayor ingesta de grasas y de los elevados índices de colesterol de gran parte de su población. «Distintos estudios llegaron a la conclusión de que se debía al consumo del vino y, a partir de entonces, ha habido mucha investigación sobre el efecto cardioprotector de esta y de otras bebidas fermentadas», asegura Humberto Martín, director de la Cátedra de Bebidas Fermentadas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y miembro de la Real Academia de Farmacia.

La bibliografía científica respecto a estas bebidas comienza a ser abundante, aunque no deja de ser polémica, pues hay estudios en direcciones contrarias. «Claramente un consumo excesivo de alcohol resulta pernicioso para la salud, pero no se ha podido demostrar que suceda lo mismo con una ingesta moderada, sino todo lo contrario, pues se han encontrado ciertos beneficios en enfermedad cardiovascular y diabetes, pues parece que tienen un efecto positivo sobre el metabolismo de la glucosa, frente a la sintomatología de la menopausia o de la pérdida de masa ósea. Esto lo que nos viene a decir es que estas bebidas encajan dentro de una dieta saludable», asegura Martín.

Por un lado, las uvas contienen antioxidantes que pueden ayudar a prevenir la producción de coágulos y protegen los tejidos de los vasos sanguíneos, tal y como asegura un estudio de la Universidad de Harvard. De hecho, la investigación determinó que aquellas personas que toman vino de manera moderada tienen un 30% menos de probabilidades de sufrir un infarto. Por otro lado, también se ha apuntado a los beneficios en la salud mental, ya que estudios de la Universidad de Buffalo y otras universidades de España han constatado que una copa de vino tinto contiene la dosis necesaria de resveratrol para estimular la felicidad y combatir los síntomas causados por la ansiedad y la depresión.

A eso se suma que algunas investigaciones han puesto en valor que el vino tinto es capaz de mejorar la salud cardiovascular, debido a que disminuye la concentración de placas aterogénicas en las arterias y aumenta los niveles de HDL o colesterol bueno. Además, tomar una copa de vino tinto después de la comida o antes de dormir podría ayudar a perder peso, ya que algunas investigaciones aseguran que su ingesta facilita el proceso digestivo e impide la formación de células grasas en el organismo.

Consumo moderado
Consumo moderadoAntonio Cruz

Sin embargo, ante todas esas «bondades», también hay voces críticas, pues, tal y como recuerda María Miguez, miembro del Consejo General de colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, «beber vino en las comidas implica consumir alcohol, con todas las repercusiones para la salud que eso conlleva (mayor riesgo de desarrollo de diversos tipos de cáncer, enfermedades hepáticas, patologías cardiovasculares, etc.). Si queremos aprovechar los famosos polifenoles que podemos encontrar en el vino, lo ideal sería consumir la uva como pieza de fruta, ahorrándonos de este modo el aporte de alcohol».

Avales para la cerveza

Si tras el vino hay buena evidencia científica, más incluso aparece cuando se trata de la cerveza. «Parte de los efectos beneficiosos de esta bebida se debe a un bajo contenido en alcohol y otra parte a su contenido en polifenoles, un tipo de compuestos bioactivos con capacidad antioxidante y antiinflamatoria presentes en las bebidas fermentadas y también en otros alimentos de origen vegetal», explica Ramón Estruch, consultor senior del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clinic de Barcelona.

De hecho, este especialista ha liderado varios estudios publicados en revistas científicas de la talla de «Nutrients» que apuntan a que el consumo moderado y regular de cerveza, en las comidas principales, podría ejercer un efecto protector en la aparición y progresión de la aterosclerosis, es decir, el endurecimiento de los vasos sanguíneos por la acumulación de grasa, así como sobre diferentes factores de riesgo cardiovascular, especialmente en la población con riesgo vascular moderado-alto. Además, esta y otras investigaciones han servido para acabar con el mito de la barriga cervecera, «ya que se ha observado que la composición corporal de quienes beben más cerveza no se ve afectada tras el consumo moderado de esta bebida», asegura Estruch.

La clave de toda esta evidencia reside en la ingesta moderada de vino o cerveza dentro de un contexto de menú saludable, hasta el punto de que, según Estruch, «el consumo de bebidas fermentadas siempre con las comidas podría explicar el 20% del efecto protector que tiene la dieta mediterránea».

¿A cuántas copas equivale la ingesta moderada?

Para cumplir con el requisito de la moderación que defienden los expertos el consumo de cerveza para hombres equivale a entre una y dos latas, mientras que para las mujeres es de una lata al día, según una reciente revisión española publicada en la revista científica «Nutrients». En el caso del vino, la ingesta moderada equivale a una copa durante la comida para ellos y a media copa en el caso de las féminas.

En cualquier caso, el secreto de una buena salud cardiovascular pasa por poner en práctica la dieta mediterránea: una alimentación rica y variada con abundantes frutas y verduras de temporada, legumbres, hortalizas, así como cereales integrales, pescado, carnes blancas, frutos secos y aceite de oliva.